En el post de hoy, viajamos a otro de los Pueblos Más Bonitos de España para descubrir su historia y secretos. En esta ocasión visitamos Lerma, una pequeña pero encantadora Villa Ducal con muchas cosas que contar. ¿Quieres conocerla?
¿Dónde está Lerma? ¿Qué podemos ver cerca?
La Villa Ducal de Lerma está situada en la provincia de Burgos, a 40 km al sur de la capital. Nos encontramos muy cerca de la Sierra de Cebollera, por lo que es un destino ideal para combinar naturaleza y cultura. ¡Justo lo que a nosotros tanto nos gusta!
Más allá de la ciudad de Burgos (un imprescindible si se visita la zona), cerca de Lerma podemos visitar numerosas poblaciones que seguro os cautivarán. Covarrubias es, sin duda, una de nuestras grandes recomendaciones (y otro de los pueblos que completan la lista de Los Pueblos Más Bonitos de España).
Nos encontramos en Castilla, tierra de monasterios e iglesias. Por ello, os aconsejamos tomar nota de algunos de los Monasterios más conocidos de la zona: Santa María de la Vid, San Pedro de Arlanza (a pesar de su estado ruinoso), Santo Domingo de Silos o San Pedro de Cardeña. Aranda de Duero, situada a 45 km al sur, es otro de los destinos que recomendamos visitar en cualquier ruta por la zona.
Un poco de historia…
Es imposible hablar de Lerma sin mencionar a Francisco de Sandoval y Rojas, primer Duque de Lerma, valido y favorito del rey Felipe III. Al Duque debemos la construcción de gran parte de los edificios que hoy en día podemos visitar. Fue él quien mandó erigir este bello complejo monumental renacentista de marcado estilo herreriano, acorde a la última moda de la época (y uno de los mejor conservados de España).
Desde sus orígenes, en época prerromana, la situación estratégica de Lerma (dominando el río Arlanza) la convirtió en un enclave muy interesante. Aquí se asentaron los vacceos (una tribu celtíbera), dando paso posteriormente a romanos, árabes y visigodos (entre otros).
El Duque de Lerma
Pero tendría que llegar el año 1601 para que Lerma adquiriera más importancia. Con el traslado de la corte a Valladolid, don Francisco de Sandoval y Rojas decidió crear una corte propia en la Villa.
Felipe III delegó en el Duque el gobierno del Imperio Español, dotándole de un poder nunca antes visto. Lerma fue así un lugar donde agasajar a los invitados extranjeros con la intención de impresionarles con el poder de un imperio en el que no se ponía el sol. La Villa se convirtió así en el escenario de festejos en los que se sucedían los banquetes, los toros y los fuegos artificiales, así como obras de teatro escritas por los mejores autores de la época. Aquí acudirían importantes personajes pertenecientes a las principales cortes europeas, pero también grandes artistas de la talla de Lope de Vega o Góngora. En resumen, Lerma fue un gran centro cultural y festivo que acaparaba todas las miradas. Tan importante fueron estas fiestas para la villa que en la actualidad se recrea una gran Fiesta Barroca todos los años el primer fin de semana de Agosto.
A lo largo del Siglo XVII, la falta de poder de los sucesores del Duque hizo que la importancia política de la Villa se redujera, apagándose poco a poco el esplendor que un día tuvo.
¿Qué ver el Lerma?
Como siempre, queremos descubrirte los principales atractivos de Lerma para que puedas visitarlo de forma libre, conociendo de antemano la historia de la Villa. De todos modos, te recomendamos encarecidamente que acudas a la oficina de turismo y reserves allí una visita guiada, ya que es la única forma de visitar algunos de los rincones más especiales del lugar (como son la Colegiata De San Pedro y el Pasadizo Ducal).
Palacio Ducal de Lerma
Nuestra visita comienza, como no podía ser de otra manera, en la Plaza Mayor de Lerma. Dominando el espacio encontramos el majestuoso Palacio Ducal, actual Parador. Observa detenidamente su fachada, coronada con cuatro torreones cubiertos de pizarra y rematados por sendos chapiteles terminados en una gran bola, veleta y cruz. ¿No te recuerda al Monasterio de San Lorenzo del Escorial? Eso se debe al estilo herreriano que ambos comparten, muy vinculado a la Casa de los Austria.
Imagina el palacio en sus orígenes, con 210 balcones y 135 ventanas decorando su fachada y llenando el interior de luz. ¿No te parece una imagen todavía más imponente que la actual? Pero déjanos contarte una curiosidad… ¡El palacio no debería tener cuatro torres! En aquella época este privilegio estaba reservado a la realeza, por lo que el Duque tuvo que emplear algunas tretas para conseguir el permiso del rey. Según cuentan algunas fuentes, el Duque solicitó al Rey permiso para construir dos torres, algo que el monarca aceptó sin duda alguna. Lo que no sabía (ya que el Duque lo había obviado) era que ya tenía dos construidas. No sabemos si fue exactamente así, pero teniendo en cuenta la estrecha relación que tenía con la Casa Real, no es de extrañar que disfrutara de ciertos privilegios exclusivos.
Como te comentábamos antes, el Palacio Ducal de Lerma es actualmente Parador (al igual que el Castillo de Sigüenza). Estés o no estés alojado, anímate a asomarte a la zona abierta al público y disfruta de su bello patio central repleto de bellas columnas (en la actualidad protegido de las inclemencias del tiempo). Si puedes convertirte en huésped, no pierdas la oportunidad de recorrer sus pasillos, asomarte a sus ventanas y descubrir sus distintos rincones. ¡Es una de las cosas que más nos gustan de los Paradores!
Plaza Mayor y Pasadizo Ducal
Pero volvamos a la Plaza Mayor, escenario de las grandes fiestas de las que ya hemos hablado. Al igual que en otras poblaciones castellanas, como por ejemplo Pedraza, está rodeada de bellos soportales que albergan en la actualidad tiendas y locales de restauración. En su parte central, habitualmente utilizada como aparcamiento público (una pena en nuestra opinión, ya que afea bastante el lugar), se celebra el mercado semanal, llenando todavía más de vida este rincón de la Villa Ducal.
Una de las mayores curiosidades es, sin duda, que el Palacio Ducal se encontraba unido al resto de edificios mediante un sistema de pasadizos elevados. Gracias a ellos, el Duque y sus invitados no se exponían públicamente y podían moverse de un lado a otro sin ser vistos. Estos pasadizos han sido testigos de las idas y venidas de Francisco de Sandoval y Rojas, así como de Felipe III y sus otros ilustres invitados. Por aquí se dirigían a los oficios religiosos que tenían lugar en la colegiata sin ser vistos, aunque levantando la curiosidad de toda la población. El pasadizo, iluminado por pequeñas ventanas, era objeto de miradas continuas en busca de movimiento. ¿Se cierra una ventana? ¡Eso quiere decir que alguien importante está pasando y no quiere ser visto! Por desgracia, gran parte de los pasadizos se han perdido y ahora únicamente queda un tramo visitable.
Plaza de Santa Clara
Salimos de la Plaza Mayor de Lerma tomando la Calle Santa Clara, hasta llegar al que, en nuestra opinión, es otro de los rincones más bellos de toda la población.
Monasterio de la Ascensión
Aquí encontramos el Monasterio de la Ascensión (también llamado Convento de Santa Clara), el más antiguo de la población. Este edificio, de inicios del Siglo XVII, nos muestra una fachada austera, únicamente decorada con pilastras y los blasones de las familias Padilla (ya que fue Mariana de Padilla Marique, nuera del duque, quien la fundó), Sandoval y Rojas. En su interior encontramos un sencillo retablo que representa en su zona central la Ascensión, así como un bellísimo Cristo yacente (considerado una de las mejores representaciones de la Escuela Castellana). Si eres amante de los dulces, no pierdas la oportunidad de ayudar a las Clarisas comprando sus productos. ¡Seguro que te encantan!
Mirador de los Arcos
Seguro que, después de admirar este sencillo templo, la vista se te va directamente al Mirador de los Arcos. No es de extrañar, teniendo en cuenta las impresionantes vistas panorámicas que enmarca (y sobre el que transcurre el único tramo visitable del Pasadizo Ducal).
Sepulcro del Cura Merino
En medio de la plaza encontramos el Sepulcro del Cura Merino, sacerdote, guerrillero y héroe local que hizo frente (junto a sus 2.000 hombres) al ejército francés durante la Guerra de la Independencia, evitando el saqueo de numerosos pueblos de la comarca. Ganó nada menos que 58 batallas, lo que llevó a Napoleón a decir de él que «prefería la cabeza de ese cura a la conquista de cinco ciudades españolas». Posteriormente, Jerónimo Merino luchó junto a las tropas carlistas, lo que le llevó al exilio. Murió en Alençon, todavía desterrado, y no volvió a Lerma hasta que, en 1968, el ayuntamiento reclamó sus restos para darles sepultura aquí.
Colegiata de San Pedro
Si seguimos paseando por la calle Santa Clara llegamos a otro de los emblemas de la ciudad: la Colegiata De San Pedro. Este templo del Siglo XVII, consagrado con grandes festejos que duraron nada menos que 13 días, obtuvo una bula papal por la que pasaba de depender de la diócesis de Burgos a estar directamente bajo el control de Roma.
En sus sobrios muros exteriores podemos observar repetidamente (al igual que en la mayoría de edificios destacados de la ciudad) los escudos de los Rojas y de los Sandoval, así como las famosas bolas herrerianas. Completando la decoración de las portadas encontramos dos representaciones del apóstol San Pedro.
No pierdas la oportunidad de admirar su puerta, ya que no es común tener ante nosotros la pieza original. Además, los motivos de su buena conservación son bastante curiosos. Durante la construcción del templo, el tiempo se les echó encima y tuvieron que ultimar todos los detalles con apremio. Por ello, trasladaron la puerta de madera sin acabar, a falta de un proceso que elimina la resina y evita que la puerta se manche periódicamente con ella. Gracias a este «error», la resina brota regularmente de la madera, tratando de forma natural la tabla.
Interior de la Colegiada De San Pedro de Lerma
Si has decidido unirte a la visita guiada que organiza la Oficina de Turismo de Lerma tendrás la oportunidad de recorrer su bello interior. En él destaca una estatua de bronce que representa a Don Cristobal de Rojas y Sandoval (tío del Duque) en posición orante, arrodillado y vestido con una impresionante capa ricamente decorada. También la pila bautismal románica, la pieza más antigua de todo el templo (con curiosas representaciones de animales mitológicos), y una bellísima mesa taraceada (obsequio del papa Paulo V).
¿Quieres saber otra curiosidad de este edificio? En los extremos del retablo mayor se sitúan dos balcones, cerrados por pequeñas persianas, por donde las monjas Clarisas podían acceder al templo. El Duque, gran melómano, concibió un espacio en el que la música debía ser protagonista. Pero la música debía ir acompañada de voces celestiales, ¿y cuáles podían ser mejores que las de las Clarisas? Además, situándolas en este punto, por encima de los bancos, la sensación de que los ángeles cantaban para los asistentes a los oficios religiosos de la Colegiata era completa y todo un regalo para los oídos.