Como ya habrás visto en el título, hoy volamos hasta Francia para conocer un pequeño pueblo del sur de Bretaña: Rochefort-en-Terre. Gracias a sus callejuelas adoquinadas y a la armonía que se respira en ellas, esta población puede presumir del honor de ser considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia. Además, en verano se limita el tráfico en el centro, por lo que el carácter tradicional y pintoresco se magnifica.
¿Dónde está Rochefort-en-Terre?
Rochefort-en-Terre se sitúa a unos 40 km al este de Vannes y 80 km al suroeste de Rennes, en una zona caracterizada por la ausencia de grandes ciudades. Por si os pica la curiosidad, os aclaramos que el famoso queso de Roquefort no proviene de aquí, sino de Rochefort-sur-Soulzon, al sur del país.
¿Qué ver en Rochefort-en-Terre?
Comenzaremos nuestra visita por la Rue du Château. Nada más entrar en el pueblo, ya sentimos que hemos viajado en el tiempo hasta la Edad Media. Casas bajitas de piedra, techos de pizarra que contrastan con los muros de piedra y los colores de la vegetación y las flores que adornan las calles, pequeños negocios que conservan sus carteles de aspecto tradicional…
Si nos dejamos llevar por esta calle (y prácticamente por cualquier calle de la población) llegamos hasta la Place du Puits. En esta plaza se combinan edificios con muros de granito con otros entramados. También encontramos un precioso pozo, habitualmente decorado con flores. Si necesitáis información acerca del pueblo o los alrededores, este es vuestro lugar, ya que aquí se sitúa la oficina de turismo.
Como siempre, especialmente en este tipo de pueblecitos, nuestra principal recomendación es que os perdáis por sus calles. Las calles estrechas y pequeñas guardan pequeños tesoros que nos perderíamos si nos limitáramos a recorrer las calles más amplias y turísticas. También te recomendamos pasear sin prisas, disfrutando de los pequeños detalles que decoran puertas y ventanas, así como de las pequeñas obras de arte que son algunos de los carteles comerciales.
Castillo de Rochefort-en-Terre
Entre los principales monumentos y sitios para visitar destacamos su castillo. La fortificación, cuyos orígenes datan del siglo XII, fue destruida en dos ocasiones. La primera, en el siglo XV (como consecuencia de las batallas para anexionar Bretaña a Francia). La segunda, durante la Revolución Francesa. El edificio que vemos en la actualidad es una reconstrucción del Siglo XX, cuando Alfred Klots (un pintor norteamericano) se enamoró de la ciudad, compró las ruinas de su castillo y las utilizó para crear un castillo Neo-Gótico en el que alojarse.
Cuando nos acercamos a él, lo primero que vemos son dos filas de árboles delimitando el camino y custodiando la entrada y un precioso jardín abierto a la población. Lo primero que nos llama la atención es el ambiente de romanticismo que se respira, intensificado por el pozo que observamos en uno de sus laterales.
Aquí encontramos el Museo Naïa, un espacio atrevido que contrasta con el carácter tradicional de Rochefort-en-Terre. En él, podemos ver obras de arte que reflejan mundos creados por distintos artistas. Esculturas, objetos y espacios que parecen sacados de una película de ciencia ficción.
Iglesia de Notre Dame de la Tronchaye
Otro de los monumentos destacados es la Iglesia de Notre Dame de la Tronchaye (Nuestra Señora del Tronco), situada en la parte baja de Rochefort-en-Terre. Desde el primer momento nos sorprende el nombre de la Virgen y el punto donde está la iglesia: un tanto alejada del centro de la población y en una pendiente. ¿Queréis saber el motivo de ambas cosas? La leyenda cuenta que, durante la invasión de los normandos, un sacerdote escondió una talla de la Virgen en el tronco hueco de un árbol para protegerla de los saqueos. Dos siglos después, una pastora la encontró y todo el pueblo decidió construir una iglesia en el mismo lugar que había servido de refugio de la Virgen durante tanto tiempo.
Su exterior muestra un aspecto sobrio a primera vista, similar al del resto de la población, caracterizado por sus muros de piedra y sus techos de pizarra. Cuando prestamos más atención descubrimos los detalles que decoran sus muros, entre los que destacan figuras de animales mitológicos. En esta misma plaza, donde se situaba hasta el siglo XIX el cementerio, encontramos también una cruz tallada en piedra que representa la Pasión de Cristo.
El interior nos transmite la misma sensación de falsa austeridad. Decorando las paredes de piedra y las robustas columnas encontramos imágenes de santos y coloridas vidrieras que narran la leyenda de la Virgen y llenan de color el interior en días soleados. El coro es también una pequeña obra de arte, minuciosamente tallada en madera con multitud de pequeños detalles.
Como una imagen dice más que mil palabras, os dejamos este pequeño vídeo que muestran en tan solo 6 minutos todo lo que nos ofrece Rochefort-en-Terre. También te dejamos el enlace a un mapa de la ciudad, con la explicación más detallada de algunos de sus monumentos más importantes.
¿Qué visitar en los alrededores?
Como ya intuirás, la visita a Rochefort-en-Terre no te ocupará un día entero. Por ello, queremos recomendarte otros lugares cerca de aquí para completar la visita.
Parc de Prehistoire de Bretagne
A tan solo 2 km encontramos el Parc de Prehistoire de Bretagne. El parque es especialmente interesante si viajamos con niños, ya que se lo pasarán en grande corriendo por las sendas y descubriendo dónde se ocultan los distintos dinosaurios y animales prehistóricos. También se representan las distintas actividades humanas que se realizaban, como la pesca y la caza. Al estar situado en una zona natural, repleta de árboles y vegetación, realmente sentimos que estamos en la prehistoria, lejos de coches, grandes ciudades y cemento.
Museo de la Resistencia Bretona
Nuestra última recomendación se sitúa a unos 20 km al norte, en la localidad de St Marcel. Aquí encontramos el Museo de la Resistencia Bretona (Musée de la Résistence Bretonne). Este museo nos permite conocer con mayor profundidad cómo se desarrolló la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista francés. Construido en pleno campo de batalla, en un parque arbolado de 6 hectáreas, el museo narra la batalla encubierta que protagonizaron esos héroes anónimos que rechazaban la ocupación nazi. Además de diversos audiovisuales también podemos ver en primera persona objetos como coches, armas, documentos… así como algunas reconstrucciones.