En plena ola de calor hemos decidido viajar al norte de Europa buscando un poco de frío. En concreto, queremos presentaros Røros, un pequeño pueblo noruego lleno de encanto. Cerca de la frontera de Suecia, a unos 180 km al sureste de Trondheim, encontramos esta población conocida por sus casas de madera y por su tradicional industria minera.

Centro histórico de Røros

Como no podría ser de otra manera, empezamos a descubrir esta ciudad desde su centro histórico. Sus calles y sus haciendas agrícolas han logrado guardar su personalidad y esencia, manteniendo el aspecto original de inicios del Siglo XVII. Tan bien han sabido hacerlo que en 1980 la UNESCO reconoció su gran valor nombrando esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Nuestra primera parada la hacemos en la iglesia de la ciudad, también conocida como «el orgullo del pueblo minero». El templo fue construido a finales del siglo XVIII, en plena edad de oro de la Røros Copper Company (dedicada al cobre). En su interior descubrimos un espacio donde el blanco se combina con tonos azules y dorados, dando una apariencia celestial y llena de paz al lugar.

Interior de la Iglesia de Røros. Fuente: CH – Visitnorway.com
Interior de la Iglesia de Røros. Fuente: CH – Visitnorway.com

A continuación nos dirigimos al Hyttklokk. La construcción en sí es bastante sencilla: una pequeña campana colgada sobre una estructura de madera. Como sucede a menudo, su importancia radica en la historia que contiene. Esta campana se usaba para avisar a los trabajadores de la fundición de cuándo empezaba y terminaba su turno. En ocasiones especiales, como incendios, también se utilizaba como alarma.

Hyttklokk de Røros. Fuente: Terje Rakke/Nordic Life AS – Visitnorway.com
Hyttklokk de Røros. Fuente: Terje Rakke/Nordic Life AS – Visitnorway.com

Si la importancia histórica para la población no te parece suficiente, también te gustará saber que desde este curioso lugar es desde donde se toma una de las fotografías más típicas de Røros: el Hyttklokk con la iglesia al fondo. Además, está rodeado de pequeñas casitas de madera que destacan la autenticidad del lugar.

Museo Smelthytta

Otra parada imprescindible para entender mejor cómo era la vida en Røros es su Museo Smelthytta. En él encontramos multitud de maquetas que representan los procesos mineros que se realizaban para extraer y fundir el cobre. Si te interesa este tema, también puedes visitar las Minas de Olav, aunque debido a que no hay visitas todos los días te recomendamos consultar en su página web los horarios de visita para organizar tu viaje. En cualquier caso, recuerda llevar ropa de abrigo y calzado cómodo. Las cuevas se mantienen a una temperatura constante de 5º C con un elevado índice de humedad ambiental, por lo que es imprescindible en cualquier momento del año.

Minas de Olav. Fuente: CH – Visitnorway.com
Minas de Olav. Fuente: CH – Visitnorway.com

Excursiones en los alrededores

Slegghaugan

Al otro lado del río encontramos Slegghaugan, otro recordatorio de la actividad minera de Røros. Lo que aquí vemos es el resultado de 333 años de fundición de cobre: altas montañas formadas por sustancias de desecho que han llegado a convertirse en área protegida por la historia que guardan. Desde su parte superior encontramos algunas de las mejores vistas panorámicas de este pequeño pueblo minero. A sus pies, en Sleggveien, algunas casas pertenecientes a trabajadores temporales de la ciudad nos llaman la atención por sus tejados recubiertos de vegetación, siguiendo el estilo tradicional. En verano, abren sus puertas al público de forma gratuita. Si eres fan de Pippi Calzaslargas es posible que esta calle te resulte familiar, ya que un episodio fue rodado aquí.

Como podréis imaginar, y a pesar de su belleza, la visita a Røros no justifica un viaje por sí sola. Por ello, te recomendamos algunos lugares muy cercanos que se pueden visitar y que complementan a la perfección la visita a este lugar.

Por supuesto, Noruega es sinónimo de naturaleza, y esta región no puede ser una excepción. Por eso, te mostramos a continuación otras opciones en plena naturaleza muy cerca de aquí.

Vingelen

A unos 50 km al suroeste de Røros encontramos Vingelen, una de las pocas aldeas en Noruega que mantienen activas sus actividades ganaderas en plena montaña. Su arquitectura rural, con unos 800 edificios anteriores a 1900, se conserva en perfecto estado y muestra al visitante sus pintorescas granjas y casas de madera tal y como eran. Su iglesia es un pequeño tesoro que merece mucho la pena visitar. Construida en 1880 con estilo neogótico, logra un gran contraste entre su blanca fachada y el colorido de su interior, muy diferente al que estamos acostumbrados en el sur de Europa.

Interior de la Iglesia de Vingelen. Fuente: vingelen.com
Interior de la Iglesia de Vingelen. Fuente: vingelen.com

Parque Nacional Femundsmarka

En un entorno como este, es obvio que la naturaleza tiene un papel esencial. Por ello, es habitual ver a los turistas realizando senderismo o actividades como paseos a caballo, en bicicleta o en trineo (según el momento del año) y, por supuesto, ski.

Pegado a la frontera con Suecia encontramos este parque natural que constituye una de las áreas vírgenes más grandes del sur de Escandinavia. Según la Asociación de Senderismo de Noruega nos encontramos en una de las tres mejores áreas del país para realizar esta actividad. En el paisaje predomina como elemento principal el agua, presente en numerosos pantanos, ríos y lagos. En este lugar no existen las altas montañas ni una frondosa vegetación como la de la Selva Negra. Lo que sí podemos encontrar si tenemos suerte son animales como renos, osos o lobos, por lo que es un destino perfecto si te gusta la naturaleza salvaje.

Parque Nacional Femundsmarka. Fuente: Thomas Rasmus Skaug / Visitnorway.com
Parque Nacional Femundsmarka. Fuente: Thomas Rasmus Skaug / Visitnorway.com

El centro de interpretación de este parque se encuentra en las afueras de Røros. En él encontramos información acerca de los distintos recorridos que podemos realizar para visitarlo y exposiciones sobre el mismo, por lo que es un punto de parada obligatorio para sacar el máximo provecho a nuestra visita.

Kvitsanda

Para el final hemos dejado uno de los mayores contrastes que encontramos en la región. Kvitsanda es todo lo contrario a los lugares que hemos visitado hasta ahora, donde el verde de la vegetación da paso a un desierto, algo que no esperábamos ver en Noruega. En realidad, este paisaje es el resultado del deshielo de un antiguo glaciar que aquí se encontraba, aunque no por ello deja de resultar chocante.

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