En el post de hoy viajamos hasta Asia para conocer una de las consideradas como ciudades más bellas de Japón: Nikko. Situada en la prefectura de Tochigi, a unos 150 km al norte de Tokio, es una mezcla perfecta entre la cultura japonesa más tradicional y su naturaleza.

Nikko es también uno de los principales lugares de peregrinación de Japón. Esto se debe a que en su parque natural se encuentran situados algunos de los templos más antiguos e importantes del país.

La mejor manera de llegar hasta aquí desde Tokio es en tren, con el JR Pass. Su estación JR, construída a finales del Siglo XIX – principios del XX, da la bienvenida al viajero entre sus paredes de madera. En algunas ocasiones, la oficina del jefe de estación se encuentra abierta al viajero mostrando su aspecto original, con el mobiliario usado por el emperador del periodo Taisho cuando visitaba la Villa Imperial en Tamozawa. Te recomendamos contratar una excursión a Nikko para conocer todos sus secretos de la mano de un guía.

Para conocer todos sus atractivos, seguiremos las dos rutas que recomiendan desde el centro de información: el camino Kanman y el camino Takino’o, de unos 5 km de duración cada uno. Es importante tener en cuenta que, a lo largo de la mayoría del recorrido, nos encontramos en lugares sagrados, por lo que deberemos mantener la compostura y el respeto en todo momento.

En ambos recorridos mencionaremos únicamente aquellas cosas que consideramos más importantes, por lo que os recomendamos haceros con una guía del camino si no queréis perderos nada. En la página web de Nikko encontraréis algunos folletos para descargar en los que consultar un mapa con las rutas.

Puente Shinkyo

En primer lugar visitamos el recorrido Takino’o, que se inicia en el puente sagrado Shinkyo, perteneciente al Santuario de Futurasan. Este precioso puente, de madera lacada en color rojo y 28 metros de largo, marca la entrada a las montañas sagradas. A principios del Siglo XX el puente original de 1636 fue destruído por una inundación, por lo que el actual data de 1907.

Desde la construcción del original y hasta el año 1973, permaneció reservado para generales y mensajeros de la corte imperial, lo que nos da una idea de la importancia espiritual que tiene. En verano, el color rojo intenso del puente contrasta con el verde del entorno en el que se sitúa, mientras que en otoño crea un efecto totalmente diferente al combinarse con las distintas tonalidades que adquieren las hojas de los árboles. Dos imágenes totalmente diferentes pero igualmente bellas.

Según narra la leyenda, el sacerdote Shoto (fundador de la ciudad) llegó a este punto en el año 766 rezando por la prosperidad nacional. Debido al caudal del río le fue imposible cruzar al otro lado, por lo que se arrodilló y oró a los dioses para que le ayudaran a cruzar. En ese momento, el dios budista Jinja-daiou se le apareció al otro lado del río y liberó serpientes azules y rojas que se transformaron en un puente, permitiéndole el paso. Por ello, a tan solo unos pasos encontramos un pequeño templo rojo que recuerda este favor divino.

Santuario Toshogu de Nikko

Siguiendo el recorrido marcado, entre grandes árboles (como Taro Sugi, un cedro de 43 metros de alto, casi 6 metros de diametro y cerca de 550 años de edad) y edificios sagrados llegamos a uno de los platos fuertes de Nikko: el Santuario Toshogu, considerado tesoro nacional de Japón. Este es uno de esos lugares que se deben visitar sin prisas, observando con calma todos los detalles que decoran sus edificios y, si es posible, con alguien que nos explique la simbología y los secretos que esconden.

El complejo está formado por más de una docena de edificios repartidos por este bello bosque. Lo primero que veremos al acercarnos al santuario es un precioso torii de piedra, un tipo de arco tradicional que marca la frontera entre el espacio sagrado del templo y el profano del exterior. Justo junto al torii, nos encontramos una pagoda de 5 plantas del siglo XVII (reconstruída 2 siglos después tras ser destruída por un incendio). El bello edificio, donado por un daimio (señor feudal) se caracteriza, al igual que muchos otros templos asiáticos, por su gran colorido. El rojo se combina principalmente con tonos dorados y esmeraldas, creando una lujosa imagen digna de los dioses. Cada una de sus plantas representa uno de los 5 elementos en orden ascendente: tierra, agua, fuego, viento y cielo.

Una vez atravesada la puerta de acceso al recinto giramos a la izquierda y nos encontramos con los tres almacenes sagrados, también de estilo tradicional. Frente a ellos, el Shinkyusha: un establo especialmente construido para el descanso de los caballos sagrados del santuario. En sus paredes encontramos distintas tallas, siendo la más fotografiada la que representa los tres monos sabios que enseñan que no debemos escuchar aquello que nos obligue a obrar incorrectamente, no debemos hablar sin fundamento y no debemos ver las malas acciones como algo natural. Desde la antigüedad, los monos han sido considerados los guardianes de estos sagrados animales, y por ello encontramos, además de ésta, otras figuras talladas de primates representando la vida de la gente normal.

Los tres monos sabios del Santuario Toshogu (Nikko, Japón) ©JNTO
Los tres monos sabios del Santuario Toshogu (Nikko, Japón) ©JNTO

Seguimos recorriendo el recinto y llegamos hasta la puerta Yomeimon, considerada una de las más bonitas de todo Japón. Esta puerta con nombres tan atractivos como «la puerta principal de la corte imperial» o «la puerta del sol poniente» se encuentra decorada por más de 500 imágenes talladas que representan, entre otros, anécdotas tradicionales, niños jugando y sabios. A su lado encontramos el Kairo (pasillo), el muro exterior del edificio al que da paso la puerta Yomeimon, una de las mejores tallas de flora y fauna de todo el país.

Como ya adelantábamos al principio, aquí nos hemos limitado a nombrar algunos de los puntos más destacados, aunque hay muchos más. Si quieres ver un mapa del recinto e investigar todo lo que se puede visitar, te recomendamos entrar en este enlace (en inglés).También os dejamos este vídeo del santuario donde podréis recorrerlo con todo detalle:

Ahora salimos del templo y seguimos el recorrido Takino’o, que nos lleva a la piedra Tegake. Según la tradición japonesa, esta roca tiene el poder de mejorar el rendimiento escolar y la caligrafía simplemente posando la mano sobre ella. ¡Una parada obligatoria si viajas con niños o si sigues estudiando! Además, el camino discurre muy cerca del río, rodeado de grandes árboles que nos hacen olvidarnos de la imagen de las grandes ciudades japonesas como Tokio. Aquí no hay rascacielos, ni tráfico ni luces estridentes, únicamente encontramos un paisaje natural repleto de templos y símbolos religiosos. Más adelante nos recibe la cascada Shiraito, que a pesar de no ser tan espectacular como sus homónimas situadas a los pies del Monte Fuji, completa la belleza del paisaje con sus 10 metros de altura.

Templo Jokoji

La ruta finaliza en el mismo lugar donde la empezamos, por lo que antes de llegar nos dirigimos al centro de convenciones de Nikko para iniciar el camino Kanman. Lo primero que encontramos, ya en territorio del Templo Jokoji, es la campana más antigua y artísticamente valiosa de la ciudad. A su lado, una estatua de Jizo, una deidad protectora de los niños, las embarazadas y los viajeros. Según la leyenda, Jizo también protege a los niños fallecidos y a aquellos que no han llegado a nacer, protegiéndoles de los demonios en su camino hasta el cielo. Por ello, muchos padres depositan baberos y gorritos rojos en sus estatuas.

La cabeza que aquí vemos procede de una hilera que contaba originalmente con 100 esculturas de Jizo. A principios del Siglo XX, una riada se llevó por medio varias de ellas y, ésta en concreto, fue a parar a donde ahora nos encontramos. La hilera de estatuas originaria se encuentra más adelante en el recorrido, aunque tras esa riada únicamente se conservan 74.

Proseguimos por nuestro sendero atravesando el bosque y descubriendo todos los secretos que este lugar esconde. Lugares como la torre sagrada Reihi-kaku o el monumento de Boka-tai emergen entre los árboles. En este entorno tan único y natural, creado por la lava del Volcán Nantaisan, encontramos un lugar lleno de misterio. Según se dice, el número de esculturas de Jizo que aquí vemos cambia cada vez que se intentan contar. ¿Te atreves a probar?

Villa Imperial Tamozawa

Finalmente llegamos a la Villa Imperial Tamozawa, uno de los edificios de madera más grandes todavía conservados en Japón. Esta villa fue eregida en este lugar en 1899 a partir de fragmentos de una residencia anterior situada en Tokyo. Usada temporalmente como Palacio Imperial, en su interior muestra una curiosa mezcla entre elementos japoneses y occidentales. Su jardín, perfectamente cuidado y visible desde el interior del hogar, ofrece una de las imágenes más bellas del recinto, especialmente en otoño, cuando sus arces muestran un colorido típicamente otoñal lleno de encanto.

Villa Imperial Tamozawa (Nikko, Japón) ©JNTO
Villa Imperial Tamozawa (Nikko, Japón) ©JNTO

Cascadas Urami y Kegon

Muy cerca de Nikko encontramos las Cascadas Urami (Urami-no-taki), un precioso paraje natural en el que el agua se abre paso a través del follaje y de las rocas llenando de vida el espacio. Sin duda, es un buen lugar para alejarse de la ciudad y disfrutar de la naturaleza. Quizás debido al pequeño tamaño de las cascadas no es uno de los lugares más populares de la región, aunque en nuestra opinión la ausencia de masificación es otro de los grandes atractivos de este lugar. Ten en cuenta que la mejor forma de llegar es en taxi o en coche, por lo que deberás tener este factor en cuenta al planificar tu visita.

A unos 25 km de aquí encontramos una de las consideradas como las tres cascadas más bonitas de Japón: la Cascada Kegon. Formada como consecuencia de la actividad volcánica de la zona, esta impresionande caída de agua tiene casi 100 metros de caída libre, sin encontrar ningun obstáculo a su paso. A su lado, múltiples cascadas más pequeñas también procedentes del Lago Chuzenji se abren paso. Este espectáculo de la naturaleza puede observarse de forma gratuita desde una de las plataformas de observación. Si quieres acercarte más y disfrutar de ellas desde su base, tendrás que pagar una pequeña entrada.

Cascada Kegon (Nikko, Japón) ©JNTO
Cascada Kegon (Nikko, Japón) ©JNTO

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