Lyon, situado en la Región del Ródano, se encuentra al este de Francia (150 km al oeste de Ginebra y 200 km al sur de Dijon). A pesar de ser la tercera ciudad más poblada de Francia (después de París y Marsella) y de estar inscrita en la Lista de Patrimonio de la Humanidad, la ciudad es una gran desconocida en el mundo del turismo.
Si quieres conocer Lyon, te ayudamos a organizar la visita a la ciudad en tan sólo 4 días… ¡Sigue leyendo!
Para hacerte más fácil la visita, hemos creado una lista en Google Maps para que puedas añadir rápidamente todos los sitios que visitamos al mapa. Sólo tienes que hacer click en «seguir» (en la columna de la izquierda) y tendrás para siempre esta lista en tu cuenta de Google. Cuando quieras acceder a ella, sólo tendrás que buscarla en «mis sitios» o buscar Lyon en el mapa. ¡Esperamos que te guste esta novedad!
Si buscamos Lyon en el mapa, lo primero que nos llama la atención es que la ciudad está dividida por dos ríos: el Ródano y el Saona. En el lado más occidental encontramos la colina de Fourvière («la colina que reza»), donde están los restos más antiguos de la ciudad, de origen romano. En la isla central, el Barrio de la Cruz Roja («la colina que trabaja») y Presqu’île. Por último, en el lado oriental encontramos la zona más moderna de Lyon, donde se sitúa la Estación Lyon Part-Dieu (a la que llega el tren desde España) y el Parc de la Tête D’Or.
Día 1 – Parc de la Tête d’Or
Como ya os contamos en otro post, nuestro viaje a Lyon comenzó en Barcelona, donde cogimos un tren que nos llevó hasta esta maravillosa ciudad. Tras unas 5 horas de trayecto, llegábamos a Lyon a medio día. Aunque nos alojábamos en la zona de la Presqu’île, decidimos dedicar la tarde a una visita relajada para estirar un poco las piernas después del viaje.
Nuestra elección fue el Parc de la Tête d’Or, el pulmón verde de la ciudad y un lugar donde desconectar del movimiento de la ciudad. Este parque, contemporáneo al Central Park de Nueva York, es uno de los jardines urbanos más grandes de Francia, con 117 hectáreas de extensión y 8 puertas de entrada diferentes.
Isla del Recuerdo
¿Quieres alguna pista más sobre qué encontrar dentro del parque? Sin duda alguna, el elemento más destacable es el gran lago central, que ocupa casi la mitad del mismo. Dentro de él se sitúa la Île du Souvenir (Isla del Recuerdo), un monumento dedicado a los que perdieron la vida luchando en la Primera Guerra Mundial al que se accede a través de un pasadizo subterráneo. También dentro del lago encontramos el Velódromo, creado en 1894 para exponer los últimos modelos de bicicleta presentados en la exposición universal que acogió Lyon ese año.
Jardín Botánico de Lyon
También encontramos el Jardín Botánico de la ciudad, con unas cifras que dejan de piedra: 8 hectáreas de extensión, 6.500 m² de invernaderos y unas 15.000 especies botánicas. La entrada es gratuita, por lo que no encontramos ninguna excusa para no entrar a pasear y perdernos en los invernaderos entre la exótica vegetación.
Por último, el Zoológico de Lyon también se encuentra en ese mismo parque. Si nos sigues desde hace tiempo sabrás que no solemos visitar este tipo de recintos debido a las condiciones en las que muchas veces se encuentran los animales. Por ello, aunque la entrada sea gratuita nosotros decidimos no visitarlo.
Día 2 – Presqu’île y Museos
El segundo día empezamos a visitar las zonas históricas de Lyon, comenzando por el Barrio de la Presqu’île («casi isla»), situado entre los dos ríos.
Plaza de Bellecour
Nuestra primera parada es la Plaza Bellecour, uno de sus emblemas. Aquí encontrarás la oficina de Información y Turismo de la ciudad, por lo que es un buen lugar para empezar la visita. Al ser una visita express, desde el primer momento decidimos comprar la Lyon City Card de 2 días para así poder hacer uso ilimitado del transporte público y evitar colas en los museos. De este modo, ahorramos energía y tiempo en los desplazamientos. Pero, por supuesto, esto es totalmente opcional.
En la Plaza Bellecour nos encontramos en el kilómetro cero de la ciudad, el punto desde el que se empiezan a contar todas las distancias de Lyon y del que salen las principales calles comerciales. Nada más entrar en la plaza nos llama la atención dos detalles que la caracterizan y la hacen única. En primer lugar, su tamaño. Sus 310 x 200 m la convierten en una de las plazas rectangulares más grandes de Europa (la más grande de uso peatonal). El segundo detalle es que no se encuentra totalmente asfaltada, por lo que parte del suelo es todavía de tierra.
Por supuesto, no podemos dejar de prestar atención a la estatua de Luis XIV a caballo que hay en el centro de la plaza. A los pies del Rey Sol vemos otras dos estatuas (una a cada lado), representando el Saona y el Ródano, los dos ríos que atraviesan la ciudad de Lyon.
Aunque pasa mucho más desapercibida, en el rincón oeste de esta misma plaza encontramos un homenaje a El Principito: una estatua dedicada a Saint Exupery, su creador, sentado en lo alto de una columna junto a su personaje más famoso e internacional.
Si te encuentras aquí no olvides alzar la vista y admirar, situada en lo alto de la colina, la Basílica de Fourvière. Aunque es visible desde muchos puntos de la ciudad, la vista desde esta plaza es una de las más famosas. ¿Quieres un consejo extra? ¡No te pierdas esta imagen al atardecer!
Rue de la Republique
Salimos de la plaza por la calle que se abre al noreste, la Rue de la Republique. Se trata de una de las calles comerciales por excelencia de Lyon, siempre llena de vida. Entre los bellos edificios que vemos en esta calle nos llama especialmente la atención la fachada de una conocida tienda (Fnac), con una entrada flanqueada por dos mujeres de estilo clásico. No olvides alzar la vista: los detalles de esta edificación (y de muchas otras de esta calle) no tienen ningún desperdicio.
Grand Hôtel Dieu
Desde aquí te recomendamos asomarte a la orilla del río para ver el precioso Grand Hôtel Dieu, antiguo hospital que constituye otro de los emblemas de la ciudad (tendrás que cruzar el puente para verlo en todo su esplendor). En la actualidad acoge un hotel de lujo y un centro comercial, pero aún así merece la pena acercarse para ver su impresionante fachada y cúpula. A partir de octubre se abrirá aquí la Ciudad Internacional de la Gastronomía de Lyon, que seguro que se convierte en otro buen motivo para visitarlo. A su lado encontramos la capilla del antiguo hospital, un pequeño templo del Siglo XVII decorado con bellos retablos y esculturas.
Más adelante encontramos otra de las grandes plazas de Lyon: la Place de la Republique. Durante años se ubicó aquí un precioso tiovivo histórico que era un emblema para la ciudad, pero por desgracia encontramos la plaza en obras y no pudimos verlo.
Place des Jacobins
Giramos hacia el oeste y llegamos a la que, en mi opinión, es una de las plazas más bellas de la ciudad. Aunque no sea la más grande ni la más conocida, la Place des Jacobins tiene un encanto especial debido a la fuente que encontramos en el centro de la misma y a los edificios que la rodean. Su nombre viene de los jacobinos, una orden religiosa que fue mandada por el Rey a peregrinar a Santiago de Compostela y que se establecían al sur de la plaza.
La gran fuente de mármol del siglo XIX que preside la plaza representa a célebres artistas franceses: el arquitecto Philibert Delorme, el escultor Guillaume Coustou, el grabador y dibujante Gérard Audran y el pintor Hippolyte Flandrin. A sus pies, distintos elementos marinos (como sirenas, estrellas de mar o conchas) acaban de dar forma a este bellísimo lugar.
A tan solo unos pasos de aquí encontramos otro edificio que llama nuestra atención: el Teatro de los Celestinos, uno de los más antiguos de Francia. El teatro toma el nombre, una vez más, de la orden religiosa que tenía aquí su convento anteriormente. El edificio fue proyectado en estilo italiano por el mismo arquitecto que diseñó la fuente que acabamos de visitar. Como siempre te decimos, tómate tu tiempo para disfrutar de todos los detalles de la elegante fachada. Si quieres, puedes visitar el interior y disfrutar de sus lujosas salas. No dejes que los tonos rojizos y dorados capten toda tu atención y dirige la vista al techo: seguro que te enamoras del fresco que decora la cúpula de la sala principal.
Place des Cordeliers
Continuamos con nuestro paseo y llegamos hasta la Place des Cordeliers, que toma su nombre del apodo que tenían los franciscanos debido a sus ropajes (ya que aquí se situaba el antiguo convento).
El primer edificio que nos llama la atención por su rica decoración, justo frente a nosotros, es el Palacio de la Bolsa (en origen, Palacio del Comercio). Esta construcción neorrenacentista, que en la actualidad acoge la cámara de comercio e industria de la ciudad, data del siglo XIX y fue inaugurada por nada menos que Napoleón III y la emperatriz Eugenia. Compuesta por cuatro alas que rodean una sala central, sus elementos decorativos muestran de forma gráfica el uso original del edificio. No en vano, encontramos estatuas representando la Justicia, la Templanza, la Agricultura, el Comercio y la Industria. En la parte más alta, encontramos un reloj flanqueado por dos fornidos hombres. A los pies de la escalera que da a esta plaza podemos ver otra estatua que representa a los dos ríos que atraviesan Lyon, en este caso uniendo sus brazos para apuntar hacia el futuro de la urbe.
Place des Terreaux
Terminamos nuestra visita al barrio de la Presquîle en la Place Terreaux, donde se sitúan el ayuntamiento y el Museo de Bellas Artes. A un lado de la plaza encontramos la Fuente Bartholdi, conocida así por su creador, el famoso escultor Frédéric Auguste Bartholdi. (el creador de la Estatua de la Libertad, de quien ya hablamos al visitar su ciudad natal, Colmar.
La escultura representa a una mujer (Marianne, representando a Francia) con dos niños pequeños en un carro, tirado por cuatro caballos (representando cuatro ríos franceses). Si tenéis suerte, podréis disfrutar de la mayor peculiaridad de esta fuente en directo: en ocasiones, las narices de los caballos tiran agua vaporizada. ¿A que no te lo esperabas? Además, como curiosidad también te contamos que la escultura está sostenida por una estructura de hierro en la que trabajó Gustave Eiffel (a este sí lo conoces, ¿verdad?). Os aconsejo perder un poco de tiempo y disfrutar con calma de cada detalle de esta estatua, ya que está trabajada minuciosamente.
En la parte sur de la plaza encontramos el Museo de Bellas Artes (del que hablaremos en otro post), y en el extremo este de la plaza el Hotel de Ville (el ayuntamiento). Este edificio barroco data del Siglo XVII, y ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de los años, tanto debido a incendios como a motivos políticos.
Normalmente, el edificio del Ayuntamiento está cerrado al público, pero si tienes la suerte de acudir en las pocas ocasiones que lo abren (en las Jornadas del Patrimonio, celebradas normalmente en Septiembre) podrás recorrer su interior. ¿Lo más destacable? Su gran escalera de mármol coronada por unos bellos frescos, su sala dorada y una terraza desde la que podemos admirar la Place de la Comédie (justo al otro lado del ayuntamiento). Nosotros no tuvimos tanta suerte, así que nos tuvimos que conformar por verlo desde el exterior.
Aunque parezca mentira, todo este paseo se puede hacer en una mañana. Por ello, aprovechamos para comer algo rápido en el centro y dedicamos la tarde a visitar algunos museos que teníamos especialmente ganas de ver. Para no alargarnos demasiado en este post, hablaremos de los museos que se pueden visitar en Lyon en el próximo post (aunque ya te adelantamos que no nos dio tiempo a verlos todos).
Colina de Fourvière y Viex Lyon
El tercer día de viaje visitábamos una de las cosas que más ilusión me hacía conocer: la Colina de Fourvière con su preciosa basílica y sus restos romanos. Como ya he adelantado, Lyon es Ciudad Patrimonio de la Humanidad gracias al gran legado histórico que conserva. Fue justamente en este lugar en el que los romanos fundaron la ciudad en el año 43 a.C. bajo el nombre de Lugdunum. Para llegar hasta allí, tomamos el funicular (línea F2) junto a la Catedral de Saint-Jean, y descendemos justo junto a la Basílica de Fourvière.
Basílica de Fourvière
La Basílica de Notre-Dame de Fourvière se alza imponente en la colina, cuidando desde las alturas la ciudad. A lo largo de los años, el templo ha sufrido las inclemencias de las guerras y el tiempo, pero siempre se ha mantenido en su culto a la Virgen. Su impresionante fachada del siglo XIX narra la victoria del Bien contra el Mal de un modo magistral, mezclando de manera única elementos románicos, góticos y bizantinos.
Si el exterior ya resulta impresionante, el interior no se queda atrás en espectacularidad. Simplemente con conocer los datos de su pieza central, la imagen de la Virgen, ya nos damos cuenta de la importancia del templo en el que nos encontramos. Estamos ante una escultura de bronce de 5 metros de alto, 3 toneladas de peso y totalmente recubierta de pan de oro. Impresionante, ¿verdad?
A su alrededor, todos los elementos arquitectónicos y decorativos ayudan a amplificar la opulencia de la Basilica de Fourvière. Tanto las paredes como los techos aparecen repletos de pan de oro y mosaicos, mientras numerosas vidrieras dejan pasar la luz para que el interior resplandezca a la luz del sol. En mi opinión, podríamos decir que se trata de una versión renovada (e, incluso, más impresionante) de la Catedral de Aquisgrán.
Como teníamos la tarjeta turística, aprovechamos para hacer la visita guiada a los techos de la basílica. Aunque es una visita que se hace solamente en francés, os recomendamos totalmente disfrutar de ella si tenéis la oportunidad. ¡Las vistas desde lo alto de la Torre son impresionantes!
Restos Romanos de Lyon
Todavía sorprendidos por la belleza de lo que acabamos de visitar, decidimos seguir conociendo la conocida como «la Colina que reza». Sin duda alguna, este es el lugar perfecto para descubrir la grandeza de Lyon en época romana. Apenas 16 años después de su fundación, la ciudad se convirtió en capital de la provincia romana Gallia Lugdunensis, siendo lugar de reunión del Consejo de los Galos. En la actualidad todavía podemos recorrer los restos de algunos edificios como el teatro del siglo I o el Odeón, un teatro más pequeño donde tenían lugar lecturas públicas y recitales. El tamaño de ambos teatros, con una capacidad conjunta de unas 13.000 personas, nos ayuda a hacernos una idea del tamaño de la ciudad en época romana. Pero si prestamos atención a los detalles todavía nos asombramos más. El Odeón, a pesar de su reducido tamaño, fue construido con los materiales más lujosos del Imperio Romano: granito egipcio, mármol amarillo traído de África, porfirio verde de Grecia…
Si el buen estado de conservación de las ruinas y las vistas panorámicas de la ciudad, del Ródano y de los Alpes no os parecen motivos suficientes para acercarte hasta aquí, te daré uno más: la entrada a las ruinas es gratuita.
A su lado encontramos el Museo de la Civilización Galo-Romana, donde podrás aprender más de la vida de los romanos: cómo eran sus ciudades, el ejército, la religión, la administración pública… Además, desde sus cristaleras podrás ver los teatros desde un punto de vista diferente al habitual.
Si todavía te has quedado con ganas de conocer más restos romanos, vale la pena bajar a pie de la colina y conocer algunos de los secretos que este distrito esconde. A los pies de la colina (en la Rue des Farges, atravesando el porche del nº12) encontramos restos de las Termas Romanas y de algunas casas cercanas, aunque su estado de conservación no es tan bueno como nos gustaría.
A tan solo 450 m de aquí, encontramos en la Place Eugène Wermert cinco mausoleos romanos, entre los que destaca por su estado de conservación la Tumba de Turpio. Estos monumentos funerarios se encontraban antiguamente, junto a otros cuatro, en la carretera romana que unía la ciudad con la provincia romana de Aquitania. Por desgracia, algunos de ellos fueron destruidos.
Día 3 – Vieux Lyon
Cuando hablamos del Vieux Lyon hablamos del casco antiguo de la ciudad, el barrio medieval y renacentista que descansa a los pies de la colina que acabamos de visitar. Si por algo se caracteriza el Vieux Lyon es por sus traboules, unos pasajes y patios interiores que conectan varias calles por el interior de la manzana a modo de atajo. Pasear por ellos para descubrirlos es toda una aventura, ya que en su interior encontramos (según el que visitemos) preciosos balcones, galerías italianas, pozos medievales, ventanas e, incluso, grandes escaleras.
En la actualidad se pueden visitar 40 traboules (algunos de ellos en el barrio de la Croix-Rousse, más modernos que los del Viejo Lyon pero no por ello menos bellos), por lo que te recomendamos hacerte con un mapa y pasear con los ojos bien abiertos para no perderte ninguno. En nuestro caso, como disponíamos de poco tiempo y la tarjeta turística incluía una visita guiada por esta zona aprovechamos para hacerla acompañados y descubrir toda la historia del lugar. Otra opción es hacer el Free Tour por Lyon y disfrutar de los lugares más destacados del barrio.
Si visitáis la ciudad no te puedes perder la Rue du Boef (Calle del Buey), justo detrás del Museo del Cine y las Miniaturas. ¿Te preguntas porqué se llama así esta callejuela? Simplemente por una pequeña imagen de un buey situada en la esquina con la Place Neuve Saint Jean.
Esta estrecha calle mantiene el aspecto original de la Edad Media y del Renacimiento en gran medida, gracias al buen estado de conservación de los edificios y al empedrado de la calle (¡me encantan las calles empedradas!). De hecho, aquí encontramos uno de los traboules más famosos de la ciudad: el de la Tour Rose, conocido así por la forma de su escalera. No dejes de prestar atención a todos los elementos arquitectónicos que lo conforman. ¡Es una joya del renacimiento! ¿Quieres saber una curiosidad? Fue en este edificio donde Enrique IV de Francia se alojó durante su boda con María de Médici en el año 1600.
Catedral de Lyon y su reloj astronómico
También en este barrio encontramos la Catedral de Saint-Jean (San Juan), un templo que mezcla los estilos románico y gótico. Del exterior podemos destacar que, parte de su fachada, está construida con bloques de monumentos romanos destruidos en el Siglo IX. También llaman la atención los 300 medallones que la decoran, narrando episodios bíblicos.
En su interior destaca especialmente el reloj astronómico del siglo XIV, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de este tipo. Cuando se activa el reloj a la hora punta, podemos ver un ángel dando la vuelta al reloj de arena y un gallo cantando 3 veces. Como curiosidad, según este reloj el sol gira alrededor de la tierra (tal y como se creía en el momento de su construcción).
En esta parte de la ciudad sólo nos queda recomendaros el Jardín de las Curiosidades. Este pequeño parque nos regala una preciosa vista panorámica de la ciudad, tanto de día como de noche. Sin duda, un lugar perfecto para un momento romántico o de descanso.
Día 4 – Barrio de la Cruz Roja (Croix Rousse)
Reservamos el último día a visitar El Barrio de la Croix Rousse, ya que era el más cercano a nuestro alojamiento. Este distrito, situado al norte de la Presquîle, es donde tradicionalmente se situaban las fábricas de seda. De hecho, todavía hoy en día se puede visitar alguna de ellas, como la Maison des Canuts, y conocer más de la labor de estos artesanos. Nuestra recomendación es que aproveches un Free Tour por la Croix-Rousse para no perderte ningún detalle de la historia de este barrio ni de sus rincones más escondidos.
Siempre decimos que hay que alzar la vista para disfrutar de los edificios y lugares que tenemos a nuestro alrededor. En este caso te recomendamos bajarla, ya que al estar en lo alto de una colina tenemos unas preciosas vistas panorámicas de la ciudad. Eso sí, ¡ponte calzado cómodo para subir y bajar por la colina!
Anfiteatro de las Tres Galias
Nosotros empezamos la visita por la zona sur del barrio. En concreto, nuestra primera parada fue el Anfiteatro de las Tres Galias (haciendo referencia a Bélgica, Aquitania y Lugdunensis, las tres regiones en las que se dividía la Francia Romana). Originario del S. 19 a.C, era el punto de encuentro de las 60 tribus de la Galia, con una capacidad de 1.800 personas aproximadamente. En este lugar, además de celebrar los clásicos espectáculos, se rendía culto a Roma y al emperador Augusto.
Seguimos nuestro paseo en dirección norte para adentrarnos en el barrio de los canuts (nombre que recibían los obreros de la seda de Lyon), distrito bohemio por excelencia de Lyon. En esta parte de la ciudad descubrimos edificios con amplias entradas para permitir el paso de los telares, así como grandes ventanas que permiten la entrada de gran cantidad de luz para que los artesanos puedan trabajar.
También descubrimos que, al igual que en el Vieux Lyon, las calles esconden bellos traboules (aunque más modernos), antiguamente usados para trasladar las preciadas telas sin exponerlas a la intemperie. Además de este uso tan rutinario, estos pasajes tuvieron un importante papel durante distintas revueltas y guerras a lo largo de la historia. Pregunta por ellos en la oficina de turismo y te darán un mapa totalmente gratis para ayudarte a descubrirlos. ¡Seguro que no te decepcionan!
En nuestro caso, decidimos no visitar la zona de la Confluence para poder dedicar más tiempo a la zona histórica (simplemente cuestión de prioridades), pero si te gustan los edificios modernos y con formas llamativas es un barrio que no te puedes perder.
Tras esta última visita, no nos quedó más remedio que volver a coger el tren de vuelta a casa cargados con todos los recuerdos que esta maravillosa ciudad nos ha dejado. ¡Esperamos que te guste tanto como a nosotros!