Hoy traemos un post diferente a los que solemos escribir pero que creemos que puede resultar muy interesante. En muchos posts os contamos curiosidades sobre distintos lugares y nos habéis dicho que os encantan. Por eso, hoy os dejamos un post con 5 lugares muy conocidos de España que mucha gente no sabe que realmente son restos romanos. ¿Quieres conocerlos?
Antes de empezar, te avisamos de que no nos queremos extender mucho en cada punto para no hacer un post larguísimo. ¡Déjanos un comentario si quieres que te hablemos en profundidad de alguno de ellos!
1. Murallas de Lugo
Cuando pensamos en Lugo, sin duda lo primero que nos viene a la mente son sus robustas murallas. ¿Pero sabías que son originariamente romanas? Nos remontamos a finales del siglo III, momento en el que se decidió construir un muro de defensa alrededor de Lucus Augusti. Este lugar era un antiguo campamento romano que pretendía anexionar al ya expandido imperio de época de Augusto el noroeste peninsular. Estamos en la ciudad más antigua de Galicia, fundada aquí gracias a su ubicación sobre una colina y a un paso del río Miño.
Sus datos son sorprendentes, especialmente teniendo en cuenta su antigüedad. Las murallas tienen 2.000 metros de longitud, entre 10 y 15 metros de altura y un espesor medio de 6 metros de espesor. A lo largo de ellas, 85 torres semicirculares protegían el campamento (y, posteriormente, la ciudad). Además, rodeándola, había fosos de hasta 20 m de ancho que hacían de Lucus Augusti un lugar inexpugnable.
¿Te gustan las leyendas? Se dice que, en sus inicios, los romanos construyeron esta muralla para proteger no solo el campamento, sino también un bosque sagrado que había junto a él. No sabemos si la leyenda es cierta, pero el nombre romano de la ciudad refuerza esta teoría (Lucus en latín significa justamente bosque sagrado). Como siempre, si te interesa la historia y este tipo de curiosidades te recomendamos contratar el free tour de Lugo para enterarte de todo.
Con el tiempo, a partir del año 50 de nuestra era, se asentó aquí la población indígena de los castros próximos. De este modo, se inició la expansión de la ciudad y la transformación a núcleo urbano. En la actualidad, la ciudad se ha expandido más allá de sus murallas y únicamente se mantiene dentro de ellas el casco histórico de Lugo. Desde que se construyeron, hace algo así como 18 siglos, las murallas de Lugo no han sufrido apenas cambios. Se trata de uno de los monumentos romanos mejor conservados (de hecho, es la única muralla romana conservada íntegramente) y, además, es totalmente transitable. Muy pocos restos romanos han sabido resistir con tanta entereza el paso de los siglos y, gracias a ello, en el año 2000 la UNESCO declaró las Murallas de Lugo como Patrimonio de la Humanidad.
2. Torre de Hércules
Seguimos en Galicia y nos dirigimos a uno de sus lugares más conocidos: la Torre de Hércules. Seguro que has oído hablar de ella en multitud de ocasiones, ¿pero sabías que tiene origen romano?
Nos encontramos ante el faro más antiguo del mundo todavía en funcionamiento. Es cierto que a lo largo de los siglos la Torre de Hércules ha sufrido numerosos cambios que han modificado su aspecto, pero las excavaciones arqueológicas han encontrado en ella restos romanos.
Para conocer su origen debemos remontarnos al mandato de Trajano (entre los años 98 y 117 d.C). Poco se sabe a ciencia cierta de cómo era originalmente esta construcción. Veamos las huellas que dejaron aquí los romanos y que los arqueólogos investigan desde hace tiempo… Según la inscripción que se conserva a los pies de la torre, el encargado del proyecto fue Gaio Sevio Lupo, arquitecto de Aeminium (actual Coimbra). Se cree que originariamente era un edificio de planta cuadrada al que se accedía a través de una rampa (o escalera) de piedra. Rodeándolo, un muro perimetral exterior lo protegía. En lo más alto, una cúpula de planta circular que con un agujero central permitía la salida del humo y la luz usada para guiar a los barcos.
Aunque al principio hemos dicho que la Torre de Hércules es el faro más antiguo del mundo todavía en funcionamiento, no siempre ha sido así. Con la caída del Imperio Romano, y durante toda la Edad Media, el edificio fue transformándose y deteriorándose de forma paulatina. Se convirtió en castillo defensivo para proteger de los peligros que provenían del mar. Posteriormente, ya en el siglo XIII, la Torre queda abandonada y estos restos romanos se convirtieron en cantera de materiales de Crunia, el núcleo urbano que se estaba formando cerca de este lugar (actualmente A Coruña).
Por suerte para nosotros, a partir del Siglo XVI se empezó a reformar la conocida como Torre del Faro (o Castillo Viejo) y se recuperó su función original como faro y puesto de vigilancia. A pesar de que se realizaron distintas intervenciones para mejorar el estado de la torre, éste era tan lamentable que todas ellas fueron insuficientes. No fue hasta 1788 cuando se iniciaron las obras de restauración definitivas que le dieron (casi) el aspecto que podemos observar en la actualidad.
Seguro que te preguntas qué restos romanos quedan en la Torre de Hércules después de tantas peripecias. Toma nota: una inscripción a su pie con el nombre del arquitecto y la estructura romana en su interior.
Quizás puede parecer que poco queda y mucha gente no lo considere un resto romano importante. ¿Pero no te impacta saber que la estructura de ese edificio relativamente moderno se remonta casi 2.000 años atrás en el tiempo?
3. Puente de Alcántara
Nuestra próxima parada se encuentra en Alcántara, una pequeña población de la provincia de Cáceres pegada a la frontera con Portugal. Si por algo se caracteriza Alcántara es, por supuesto, por su puente de origen romano sobre el río Tajo. De hecho, su nombre proviene del árabe al-Qantarat: el puente. ¿Te imaginas lo que debió sorprenderles para llamar a una ciudad así?
Este precioso puente, construido entre los años 103 y 104, combina con maestría la funcionalidad con una estética cuidada y depurada. Se trata de una de las obras más relevantes de la Hispania romana, y uno de los puentes romanos más importantes del mundo. Al igual que la Muralla de Lugo, los datos de este puente son impresionantes: 214 metros de longitud, unos 8 metros de anchura y hasta 48 metros de altura. ¡Casi nada!
Aunque a primera vista parezca una obra simple, no lo debió ser en absoluto. Su tamaño está calculado a la perfección para soportar el caudal del río durante las grandes crecidas del Tajo. Hasta 12 localidades cercanas sufragaron de forma conjunta su construcción, para conectar ambas orillas
Si recorres el puente, tómate un tiempo para observar con detenimiento el Arco de Triunfo situado en la parte central. Aunque a lo largo de los siglos ha sufrido varias modificaciones, todavía podrás ver algunas inscripciones originales. Entre ellas, una dedicatoria al Emperador Trajano y la fecha de construcción de esta obra de ingeniería romana.
Por desgracia, no todo el puente que vemos en la actualidad es original. Los dos arcos más cercanos a la ciudad se han destruido en varias ocasiones de forma intencionada para proteger el municipio del ataque de invasores.
¿Quieres ver más restos romanos sin alejarte mucho del puente? En uno de los extremos encontrarás también un pequeño templete con una inscripción que ya hablaba de la durabilidad del Puente de Alcántara: «que durará tanto como el mundo durare».
4. Las Médulas
Nuestra próxima parada se encuentra en El Bierzo, en la provincia de León. A tan solo 25 km al suroeste de Ponferrada encontramos este paraje natural de singular belleza, rodeado de castaños centenarios, lagos y galerías. ¿Sabías que el paisaje que disfrutamos en la actualidad es el resultado de una de las mayores obras de ingeniería realizadas por los romanos?
Si no conoces la historia, es fácil que pienses que se trata de un paisaje como tantos otros, erosionado a lo largo de los siglos por las inclemencias meteorológicas. Pero en realidad nos encontramos ante la considerada como la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio Romano. ¡Casi nada!
Y no cuando decimos que es una de las mayores obras de ingeniería romana no es una forma de hablar. Realmente lo fue. Cierra los ojos y viaja 2.000 años atrás en el tiempo, al momento en que los romanos empezaron a ocupar la Península Ibérica. Para extraer el oro se seguía un procedimiento llamado Ruina Montium, destinado a obtener el oro gracias a la fuerza del agua. Para ello, los ingenieros crearon más de 400 km de canales excavados en la roca para llevar el agua desde los neveros y el nacimiento de los ríos hasta unos depósitos donde los guardaban hasta que fueran necesarios. La fuerza del agua se utilizaba a lo largo de todo el proceso de extracción del oro. En primer lugar, para destruir el conglomerado. Posteriormente para transportar los lodos resultantes hacia el canal de lavado. Y, por último, para desechar los restos inservibles.
En 1997, las Médulas pasaron a formar parte de la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO gracias a la buena conservación de los restos romanos aquí presentes, que configuran un ejemplo excepcional de la tecnología de este gran imperio.
Nuestra recomendación para visitar Las Médulas es contratar en el Centro de Recepción de Visitantes una visita guiada. De este modo, podrás recorrer el paraje mientras te explican todos los restos que encontrarás a tu paso. Si te alojas en Ponferrada y prefieres que te lleven, te recomendamos contratar la excursión a Las Médulas con transporte.
5. Puente Romano de Córdoba
Si alguna vez has visitado Córdoba, seguro que no has podido resistir la tentación de atravesar el Guadalquivir para disfrutar de una vista única de la ciudad, con la famosa mezquita en primer plano.
Lo más habitual es hacerlo a través del puente más antiguo de la ciudad, cuyo origen desconoce mucha gente: el Puente Romano de Córdoba (también conocido como Puente Viejo). Es cierto que el nombre no deja lugar a ninguna duda, pero aún así mucha gente pasa a diario por encima de esta obra maestra de la arquitectura sin pararse a pensar en su historia. No hay que culparlos, ¡están cegados por el encanto de otros monumentos mucho más famosos!
Tómate tu tiempo para disfrutar de esta maravilla de 330 metros de longitud, compuesta por nada menos que dieciséis arcos de medio punto. Todo ello, sujeto por robustos pilares que han sabido resistir el paso de los siglos y de las bravas aguas. No tengas miedo de recorrerlo con calma, pensando en todas las personas que lo atravesaron a lo largo del tiempo. Se cree que la Vía Augusta pasaba justo por aquí, por lo que debía ser un camino muy transitado.
Al igual que el Puente de Alcántara, esta construcción ha tenido que resistir durante siglos la fuerza de las aguas. Por desgracia, el tiempo y los enfrentamientos bélicos la han dañado y los únicos restos romanos originales del Siglo I que encontramos son 2 arcos.
Pero los cambios no se deben únicamente a las guerras y a los elementos. La historia, como siempre hace, ha dejado huella en el Puente Romano de Córdoba. Como resultado, encontramos esa mezcla única de estilos que podemos disfrutar en la actualidad.
A su paso por estas tierras en el Siglo XIII, los árabes erigieron la Torre de la Calahorra, un edificio defensivo situado junto al puente. Frente a ella, ya en el siglo XVI, se construyó la Puerta del Puente (también conocida como Arco del Triunfo). Se trataba del acceso sur a la ciudad, una construcción de estilo renacentista y una de las únicas 3 puertas históricas que conserva Córdoba. Poco tiempo después, tras una gran epidemia de peste, se decidió instalar una estatua de San Rafael en el centro del puente como muestra de agradecimiento al arcángel por su protección. Más recientemente, una reforma alteró de forma notable la imagen del puente, quitándole (por desgracia) parte de su atractivo.
Si quieres disfrutar de este lugar de una forma todavía más especial te recomendamos que acudas aquí una vez se haya puesto el sol. ¡Te aseguramos que te enamorarás de este puente romano iluminado! También puedes hacer un free tour teatralizado por Córdoba y dejar que, en este mismo punto, un ciudadano romano te cuente historias de la antigua Corduba.