Una vez más volamos hasta Alsacia para descubrir sus rincones más bellos e impregnarnos de toda la historia y tradición de este lugar. Hoy llegamos hasta Colmar, nombrada por algunos la localidad más alsaciana de toda Alsacia.
Situada a unos 45 km al norte de Mulhouse y 50 km al oeste de Friburgo, es un lugar perfecto para establecer nuestro campamento base para descubrir esta zona. Desde aquí tenemos a tan solo un paso el bello castillo Haut Königsburg y la ruta de los Vinos de Alsacia, donde destacan las bellas Ribeauvillé y Riquewihr.
Si visitas la región, te recomendamos echar un vistazo a la tarjeta turística Pass’Alsace, ya que permite conseguir las entradas a muchas atracciones turísticas (como el Castillo de Haut Koenigsburg, el Ecomuseo de Alsacia o el Castillo de Hohlandsbourg, entre otros, a un precio más ajustado que si compras las entradas por separado.
Sin duda, recorrer sus calles es adentrarnos en un cuento de hadas donde no faltan las casas de entramado, los canales (de hecho, una parte de Colmar se considera la “pequeña Venecia”) y la rica gastronomía local.
Paseando por Colmar
Comenzamos nuestra visita en el Museo Unterlinden, situado justo enfrente de la Oficina de Información y Turismo. El museo, instalado en un antiguo convento del siglo XIII, posee una colección de piezas arqueológicas, artísticas y científicas que crean un recorrido desde la prehistoria hasta el siglo XX. En su interior destaca el precioso claustro gótico del antiguo convento (considerado el más bello de la región) y el impresionante retablo de Issenheim, expuesto en una preciosa capilla que resalta su belleza. Las pinturas, obras de Mathias Grünewald, destacan por su colorido y la expresividad de los rostros de los personajes. El museo tiene un precio de 13 € por adulto, pero aún así se trata de una de las visitas imprescindibles de la ciudad.
Tras el museo encontramos el Teatro Municipal, construido a mitad del siglo XX con un estilo clasicista. En su interior destacan las bellas pinturas de la cúpula situada sobre el patio de butacas.
Seguimos paseando por la Rue des Clefs cuando nos encontramos a la derecha con la Iglesia de los Dominicanos, un templo construido entre los siglos XIII y XIV con un aspecto muy austero que contrasta con la decoración barroca añadida en 1720. Continuando por la Rue de Reiset nuestros pasos nos llevan hasta la Plaza de la Catedral, donde se encuentra la Iglesia de San Martín (considerada por muchos habitantes la, uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura gótica de la región.
Pegada a esta iglesia encontramos la actual Biblioteca Municipal, situada en el Convento Dominicano originario del siglo XIII, un bello edificio con claustro. A su lado encontramos una de las casas más famosas y fotografiadas de la ciudad: la Casa de las Cabezas, un edificio de inicios del siglo XVII que toma su nombre de las 106 imágenes de cabezas y máscaras grotescas que adornan su fachada. ¡Ánimo, jugad a descubrir la más divertida de todas!
En estas calles se encuentran numerosas tiendas y restaurantes que harán la delicia del visitante, y nos dirigirán sin que nos demos cuenta hasta el Templo de San Mateo, una construcción franciscana muy austera construida entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV. Debido a su buena acústica, en la actualidad acoge conciertos del Festival Internacional de Música de Colmar.
Tomando la Rue Vauban llegamos hasta el Museo del Juguete, situado en una antigua sala de cine, donde encontraremos juguetes desde el siglo XIX hasta la actualidad (ositos de peluche, las primeras Barbies, videojuegos…).A su lado encontramos otras de las dos casas más famosas: la Casa Pfister, primer ejemplo de arquitectura renacentista de la ciudad y famosa por su torre octogonal y pinturas murales, y la Casa Adolph, considerada una de las más antiguas de la ciudad y conocida por los arcos góticos de piedra que recuerdan a la construcción religiosa.
Pequeña Venecia y Distrito de la Pescadería
Para terminar nuestra ruta nos alejamos del centro de la ciudad y nos dirigimos al lugar más emblemático de Colmar: la Pequeña Venecia. Este barrio comienza en el Koïfhus, una casa del Siglo XV situada en la confluencia de las dos principales calles de la ciudad medieval. Este edificio público tenía una doble función: almacén y lugar de pago de impuestos de bienes importados y exportados en la parte inferior, y como lugar de reunión de los diputados de las 10 ciudades imperiales de Alsacia en la planta superior.
Desde aquí nos adentramos en el Distrito de la Pescadería (Quai de la Poissonnerie), lugar donde habitaban los pescadores de la ciudad y donde se respira un ambiente tradicional debido a la cantidad de casitas de colores que nos rodean. Muy cerca de aquí encontramos el Distrito de Curtidores (Quartier des Tanneurs), caracterizado por el blanco de sus paredes, contrastando con la madera del entramado y cuyas terrazas se encuentran abiertas para facilitar el secado de las pieles.
Si continuamos recorriendo la Pequeña Venecia hacia el sur encontraremos la Casa de los Caballeros de San Juan, un edificio con arquitectura típica de los palacios venecianos, con numerosos arcos, que contrasta con el carácter alemán de la zona.
De regreso al centro decidimos pasar por el Champ de Mars, un precioso parque (el más grande de la ciudad) donde perderse buscando las estatuas que decorar sus avenidas bajo los numerosos tilos que llenan el lugar de verde y sombra, perfecto para días calurosos.
A su lado, encontramos la Prefecture du Haut Rhin, un bello edificio de mitad del siglo XIX de estilo Luis XIII, con dos alas laterales flanqueando un cuerpo central. El gris de sus techos contrasta con el color tierra y rosado de su fachada, así como con las numerosas flores que habitualmente adornan sus ventanas.
Auguste Bartholdi
Como curiosidad, podemos destacar que el célebre escultor Auguste Bartholdi (creador de la Estatua de la Libertad y de numerosas estatuas de la ciudad) es natural de esta ciudad, siendo su casa-museo uno de los principales reclamos de Colmar. En su interior podemos encontrar bocetos y pruebas de su obra más famosa. Aunque no tengamos mucho tiempo en la ciudad, asomarse al patio delantero de la casa para admirar su arquitectura y la estatua situada en su centro es casi obligatorio.
¡Por cierto! No os sorprendáis si, en medio de una rotonda de la Route de Strasbourg, muy cerca del aeropuerto, os encontráis con una réplica de 12 metros de alto de su creación más conocida, todo un homenaje para conmemorar el centenario de la muerte de este artista.