A pesar de ser una gran olvidada para muchos turistas, la ciudad de Nimes sorprende a todo aquel que se anima a visitarla con su gran legado histórico. Nosotros mismos acabamos visitando la ciudad por pura casualidad, ya que era un buen lugar para hacer una pequeña parada de camino a la Selva Negra. Y con solo recorrerla durante unas horas, no pudimos más que rendirnos ante sus encantos…
¿Dónde está Nimes?
Como siempre, empezamos por situar nuestro próximo destino en el mapa. La ciudad de Nimes se sitúa en el sur de Francia, en la región de Occitania. En dirección norte encontramos, a tan solo 250 km, la ciudad de Lyon. Hacia el suroeste, a tan solo 200 km, la fortaleza de Carcasonne.
Nos encontramos en una región repleta de historia y, en especial, de restos romanos (en nuestra opinión, no siempre tan reconocidos como merecerían). La cercana Orange (a tan solo 55 km de Nimes en dirección norte) es famosa por su gran teatro romano y su arco del triunfo. A mitad camino entre ambas, el espectacular Pont du Garde (del que hablaremos más adelante)… Sin duda, un destino perfecto para cualquier amante de la historia.
¿Cómo llegar a Nimes?
Ir a Nimes desde España es facilísimo, y además tienes muchas opciones a tu alcance. Por supuesto, una de las opciones más habituales debido a su cercanía a España (Barcelona está únicamente a unos 400km) es ir en coche. Aunque la ciudad de Nimes tiene aeropuerto, para nosotros no era opción debido al gran impacto medioambiental que ello supone (en nuestra guía práctica para viajar de forma sostenible te damos más información sobre ello). Por último, nuestra favorita si únicamente quieres visitar Nimes: viajando en tren con Renfe-SNCF. Desde Barcelona únicamente te llevará 3 horas y media llegar hasta el centro de la ciudad, por lo que es una opción rápida, cómoda y ecológica.
Un poco de historia de Nimes…
Para encontrar los primeros signos de asentamientos humanos en la ciudad de Nimes debemos remontarnos al Siglo VI a.C. Muy cerca de los actuales Jardines de la Fontaine se construyeron las primeras cabañas de barro, consideradas el origen de la población. Años después, la prosperidad de la colonia griega de Massalia (la actual Marsella) llamó la atención de los romanos, quienes aprovecharon el conflicto entre Massalia y las tribus de esta región para asentarse por toda la Gallia Narbonensis.
La ciudad adoptó el idioma, las costumbres y las leyes romanas, que le otorgaban cierta autonomía y una posición privilegiada. Bajo el reinado del Emperador Augusto se empezaron a construir los primeros monumentos romanos de la ciudad, convirtiéndose Nemausus (el nombre romano de Nimes) en una de las ciudades más importantes de la Gallia Narbonensis.
Las cifras de su recinto amurallado no dejan margen a dudas de la importancia de la ciudad. 220 hectáreas situadas en un perímetro de 7 km, con muros de 9 metros de altura y 2 metros de anchura. El acceso era posible por nada menos que 10 puertas (de las que únicamente se conservan dos), y estaba protegido por la friolera de 80 torres (entre ellas, la Torre Magna, de la que hablaremos más adelante).
¿Qué ver en Nimes en 1 día?
Sabiendo la importancia de Nemausus, es lógico pensar que el legado romano de la ciudad sea numeroso. Lo más sorprendente es el buen estado de conservación en el que han llegado hasta nosotros varios de sus monumentos. Si en Split ya te hablábamos de la posibilidad de adentrarte en un antiguo edificio romano, en Nimes también tendrás esa posibilidad. ¡No es algo de lo que todas las ciudades puedan presumir!
A nosotros nos apasiona la historia de la Antigua Roma, por lo que esta visita de 1 día a Nimes se centrará especialmente en descubrir la antigua Nemausus. Por el camino conoceremos también restos de otras épocas y veremos cómo ha evolucionado el uso de los edificios romanos a lo largo de la historia. ¿Empezamos?
Porte de France
Empezamos nuestra visita en la zona sur de Nimes, muy cerca de la entrada a su casco histórico. Nos encontramos en la Porte de France, antigua entrada a la ciudad desde el Siglo I a.C.
Aunque parezca una puerta de entrada simple, quizás poco espectacular a nivel visual, debemos tener en cuenta que es una de las dos únicas puertas de acceso a Nimes que se conservan de las antiguas Murallas de Augusto (la otra puerta es la Porte Auguste, de la que hablaremos más adelante).
Desde aquí se accedía a la ciudad desde un camino secundario, por lo que es una construcción más austera que la Porte Auguste. Su arquitectura es simple: un único arco de medio punto sobre el que se conservan algunos restos de pilastras y una cornisa.
Arena de Nimes: El Anfiteatro
Nuestra siguiente parada, situada a menos de 300 metros de la Porte de France, es uno de los monumentos más conocidos y vistosos de la ciudad: la Arena. Un espléndido anfiteatro con capacidad para 24.000 espectadores (uno de los 20 más grandes de los 400 existentes) y uno de los mejor conservados del mundo. Por supuesto, que se haya conservado en este estado tiene una explicación…
Historia de la Arena de Nimes
Empecemos por sus inicios… El anfiteatro se comenzó a construir sobre el año 100 d.C, poco después del Coliseo de Roma, como sustituto de los antiguos teatros de madera. Su construcción se alargó durante 39 años, y durante siglos fue sede de cruentos espectáculos de gladiadores. Pero llegó el año 391 y el Emperador Teodosio I declaró el cristianismo como religión oficial. En ese momento, los Juegos Romanos empezaron a ser cuestionados por su gran violencia. lo que llevó a su prohibición 25 años después.
Obviamente, esto causó que la ciudad contara con una enorme construcción que no estaba destinada a ningún uso en particular. ¿Qué podían hacer con ella? ¿Derruirla o aprovecharla para otro uso? Por suerte para nosotros, se decidió mantener el antiguo anfiteatro y convertirlo en una gran fortaleza. Para maximizar su poder de defensa se reutilizaron bloques de piedra procedentes de otros edificios de época romana (¡lástima!), con los que construyeron un gran muro perimetral que rodeaba el anfiteatro-fortaleza.
El tiempo pasó, y como es lógico el lugar fue evolucionando. A finales del Siglo XII se construyó un curioso castillo en el interior de la Arena (del que en la actualidad no podemos ver nada). Su finalidad era alojar al Vizconde de Nimes y a sus vasallos, en un hogar totalmente aislado del resto de población.
La fortaleza se mantuvo de este modo poco más de 30 años, hasta que las tropas del Rey Luis VIII lo desalojaron. En este momento, el Languedoc pasó a formar parte del Reino de Francia y el monarca estableció aquí su residencia hasta su traslado a un nuevo palacio situado cerca de la Puerta de Augusto.
¿Dejó en este momento la Arena de estar habitada? ¡Para nada! Después de pasar por varias manos privadas el anfiteatro llegó a la población local, que decidió crear una verdadera ciudad en su interior. Se calcula que durante el siglo XVIII este espacio contaba con cerca de 100 viviendas y hasta 2 iglesias, acogiendo en su interior nada menos que 700 personas. ¡Casi nada!
No fue hasta principios del Siglo XIX cuando el Rey Francisco I decidió devolver a la Arena de Nimes su aspecto original. Para ello se derruyeron las viviendas que se habían construido en su interior y se realizó una completa restauración.
La Arena de Nimes en la actualidad
En la actualidad, la Arena de Nimes se utiliza como plaza de toros, así como escenario de congresos, conciertos y eventos deportivos. También se encuentra abierta a todo aquel que quiera visitar su interior para conocer mejor su historia y sus secretos. Si tienes tiempo, nuestra recomendación es que compres la entrada combinada de los tres principales monumentos romanos de la ciudad (la Arena, la Torre Magna y la Maison Carrée), ¡te aseguramos que no te arrepentirás!
Al entrar en el Anfiteatro podrás recoger una audioguía (incluida en el precio de la entrada y disponible en español) que te explica absolutamente todos los secretos de este impresionante monumento. Te recomendamos que la cojas y escuches con atención cada pista de audio. ¡Seguro que la explicación te sorprende tanto como a nosotros!
Pero no seremos malos y te contaremos algunas de las curiosidades que descubrimos… ¿Sabías que el Anfiteatro de Nimes es el único que todavía conserva su ática? El ática era la parte decorativa que se situaba sobre la cornisa superior, de la que salían los mástiles que sujetaban el velum.
También que, en la actualidad, todavía se conservan 2 galerías subterráneas que servían a la logística del espectáculo. Por ellas llegaban a la pista luchadores, animales e, incluso, los decorados. Aunque era algo habitual en este tipo de construcciones, no en todos los lugares se han conservado.
Restauración de la Arena de Nimes
Hasta el año 2034 el anfiteatro estará en proceso de restauración para devolverle todo su esplendor. A pesar de las obras, nuestra experiencia fue buena, por lo que te recomendamos que no renuncies a visitarlo por ello.
Catedral de Notre Dame y San Castor
Recorriendo el casco histórico llegamos hasta nuestra próxima parada: la Catedral de Nuestra Señora y San Castor (curioso nombre, por cierto). La catedral se consagró a finales del Siglo XI, bajo el nombre de Santa María y de Notre Dame. Posteriormente, pasaría a albergar las reliquias de San Castor (personaje nacido en Nimes que fue Obispo de Apt, situado a unos 100 km al este de la ciudad), tomando también el nombre de éste.
La historia de la Catedral de Nimes es, como era habitual en la época, convulsa. Dos veces fue destruida y reconstruida, renaciendo de sus propias ruinas. Por ello no debe extrañarnos que en su arquitectura se mezclen gótico y románico (algo, por otro lado, bastante habitual).
Si por algo destaca este templo es por su friso superior, considerado una obra maestra del románico francés. En él, diversas figuras talladas en la piedra narran de forma gráfica y con gran detalle distintos pasajes bíblicos.
El interior de la Catedral de Nimes es austero, con paredes desnudas que ayudan a que los retablos destaquen (a excepción de alguna capilla, decorada de forma más lujosa). Sinceramente no es uno de los templos que más nos han sorprendido durante nuestros viajes. Por ello, si dispones de poco tiempo en Nimes te recomendamos centrarte en otras visitas mucho más apasionantes (al menos en nuestra opinión).
Place Aux Herbes
A los pies de la catedral encontramos la Plaza de las Hierbas, corazón de Nimes desde hace siglos y testigo de la historia de la ciudad. El nombre, como ya imaginarás, se debe a que en esta plaza se situó el mercado de fruta y verdura desde la Edad Media. A finales del Siglo XIX, al igual que sucedió en muchas otras ciudades, se decide agrupar todos estos puestos ambulantes en un nuevo edificio situado muy cerca de aquí: El Mercado Central.
Pero no todos los restos de este antiguo mercado se han perdido… Si te fijas en la fachada de la Catedral, todavía podrás ver unos agujeros cuadrados que servían a los vendedores ambulantes para apoyar sus puestos de fruta y verdura.
Maison Carrée
La Maison Carrée nos sorprendió nada más verla por su buen estado de conservación. Este templo, construido en el Siglo I d.C, se situó en el centro del antiguo foro para acoger el culto dedicado a los nietos del Emperador. El acceso a su interior estaba reservado únicamente a los sacerdotes, y frente a él se solían realizar distintas procesiones, sacrificios y rituales en presencia de todos los ciudadanos.
La Maison Carré a través de los años
Al igual que el Anfiteatro, la Maison Carrée se vio obligada a cambiar de función cuando se decretó que el cristianismo sería la nueva religión oficial. Hasta el Siglo XVI fue utilizado como edificio municipal, llevándose a cabo diversas reformas que borrarían vestigios de la arquitectura original (especialmente en su interior). A finales del Siglo XVII, monjes agustinianos compraron el edificio para transformarlo en una iglesia, posteriormente convertida en Archivo del Departamento de Gard y, finalmente, en Museo de Arte.
La Maison Carré en la actualidad
En la actualidad, la Maison Carrée sigue enamorando al visitante con sus armoniosas proporciones, sus elegantes columnas y su delicada decoración. A pesar de ello, es importante recordar que algunos elementos (como la entrada al templo) no son originales, sino que se construyeron a lo largo de la vida de este singular monumento.
En su interior se proyecta continuamente una breve película que resume la historia de Nimes desde los primeros asentamientos Celtas hasta el Imperio Romano. Sin duda, una manera cómoda y amena de empezar la visita a la ciudad conociendo sus orígenes (y, porqué no decirlo, de hacer una parada para descansar durante la visita).
Porte Auguste
La Puerta de Augusto (también llamada puerta de Arles) era el acceso a la ciudad desde la Vía Domitia, que unía la ciudad piemontesa de Susa con Hispania. Quizás este nombre no te diga mucho… ¿pero sabías que a partir de la actual Junquera la Vía Domitia cambiaba de nombre en su camino hasta Cádiz? Seguramente este tramo te suene mucho más: la famosa Vía Augusta.
Teniendo en cuenta esto, no es de extrañar que la Puerta de Augusto fuera una de las principales entradas de la ciudad antigua. Como decíamos anteriormente, su estructura resulta más compleja que la de su hermana, la Porte de France. Se compone de dos grandes arcos centrales, destinados al paso de vehículos. Enmarcándolos encontramos dos arcadas más pequeñas, destinadas al paso de peatones. En origen a ambos lados se situaban dos torres flanqueando la puerta fortificada, aunque por desgracia no se han conservado.
Les Jardins de la Fontaine
A pesar de que también se puede llegar a la Tour Magne rodeando los Jardines de la Fuente, nuestra recomendación es atravesarlos para disfrutar de su gran belleza y, una vez más, de su historia.
Aquí se situaba hace siglos el Santuario Romano, así como los primeros asentamientos de la ciudad. Tras ser abandonado durante la Edad Media, en el Siglo XVIII se decidió acondicionar el espacio, convirtiéndolo en uno de los jardines públicos más antiguos de toda Europa. El resultado es un espacio que combina el entorno natural con distintas estatuas barrocas y balaustradas de piedra blanca. Una armónica composición que aúna el estilo clásico (en clara alusión a los orígenes y hallazgos encontrados en el lugar) con elementos propios de la época de su construcción. Todo ello, regado por las aguas de La Fuente, que fluyen desde entonces por el recorrido especialmente diseñado para ellas.
Templo de Diana
Uno de los rincones más especiales de los Jardines de la Fuente de Nimes es el templo de Diana, el único monumento que se conserva del santuario antiguo. Aunque se desconoce su función exacta, se cree que estaba dedicado al culto imperial y cumplía también funciones de biblioteca. Es imposible no adentrarse en él y fijar la vista en su bóveda y en los detalles de sus muros…
A finales del Siglo X, el Templo de Diana cambió su función y se convirtió en el Convento del Monasterio Benedictino de Saint-Savoir, abandonado cinco siglos más tarde. Por desgracia, fue utilizado como cantera durante la reconstrucción del Jardín de la Fuente.
Tour Magne
En la parte superior de los Jardines de la Fontaine encontramos la Tour Magne. Se trata de la única torre que queda del conjunto romano, la más alta y bonita de la antigua ciudad. Esta torre rectangular de tres alturas era visible desde lejos, señalando la presencia de la ciudad y del Santuario Imperial de la Fuente, situado a los pies de la colina (en el actual Jardín de la Fuente).
Resulta bastante sorprendente pensar que la estructura de esta torre llegó prácticamente intacta hasta principios del Siglo XVII. Según cuentan, corría el año 1601 cuando el famoso Nostradamus predijo que un jardinero encontraría un tesoro en su interior. Al enterarse de ello, un jardinero de la ciudad contactó con el rey Enrique IV, solicitando permiso para buscarlo a cambio de entregar al monarca parte del tesoro. El jardinero cavó y cavó con todas sus fuerzas, pero jamás logró encontrar el tesoro. Por desgracia sus acciones debilitaron la estructura de la Tour Magne, causando que la tercera planta se derrumbara.
En la actualidad, la torre cuenta con una altura de 32 metros. En su parte superior se sitúa un mirador desde el que disfrutarás de unas impresionantes vistas panorámicas de la ciudad. Eso sí, ¡la subida no es apta para personas con vértigo!
Castellum Aquae
A tan solo 700 metros al este de la Tour Magne, junto a la Universidad de Nimes, encontramos el Castellum Aquae. Esta construcción era básica en la vida diaria de la ciudad, ya que recibía el agua del Acueducto y la distribuía por los distintos barrios de la ciudad.
A pesar de ser una construcción habitual en las ciudades romanas, pocos son los ejemplos que han llegado a nuestros días. Se considera que éste es el segundo Castellum Aquae mejor conservado, solo por detrás del de Pompeya.
Teniendo en cuenta su antigüedad, es impresionante ver la gran obra de ingeniería que supone. El agua que alimentaba la ciudad nacía en Uzès y viajaba a través del acueducto durante 50 km, atravesando el Pont du Garde. A su llegada al Castellum Aquae, el agua atravesaba las compuertas y se recogía en su interior, antes de repartirse a toda la ciudad a través de sus diez grandes tuberías. A pesar de no ser un monumento estéticamente atractivo, creemos que es una visita imprescindible para conocer mejor la ingeniería civil romana.
Y si tienes más tiempo en Nimes…
Con todo lo que hemos visto hasta ahora, seguro que ya has ocupado todo un día de visita en la ciudad (incluso más si lo quieres visitar con calma). Pero si dispones de más tiempo en la ciudad, hay un par de rincones más que seguro que te interesan…
Museo de la Romanidad
Nuestra próxima sugerencia es visitar el Musée de la Romanité, situado junto a la Arena (te recomendamos comprar aquí las entradas). Todo surgió a raíz de encontrar en excelente estado de conservación los Mosaicos de Aquiles y Penteo, dos bellísimas piezas que formaban parte de la decoración de una domus romana y que en la actualidad constituyen dos de las piezas más importantes del museo.
El edificio está organizado alrededor de una calle interior que sigue las huellas de la antigua muralla de Augusto. Las piezas se ordenan de forma cronológica, repartidas en tres grandes periodos: pre-romano, romano y post-romano, por lo que este museo supone un lugar excelente para repasar la historia de Nimes desde sus orígenes.
Los Palacetes privados de Nimes
La ciudad de Nimes cuenta con numerosos palacetes construidos entre los siglos XVI y XVIII, caracterizados por sus bellos patios interiores, sus escaleras monumentales y sus detalles basados en el legado romano de la ciudad.
En total, 59 edificios de la ciudad se encuentran protegidos y catalogados como Monumento Histórico. Por ello, te aconsejamos que no bajes la vista en ningún momento durante tu paseo por la ciudad. Mira atentamente cada edificio junto al que pases, ya que seguro que te cruzarás con alguno de estos bellos palacetes.
Si quieres conocerlos mejor, la Oficina de Turismo organiza visitas guiadas a los patios de varios de los palacetes más importantes (en francés, hôtels particuliers), como el Hôtel Fontfroide y el Hôtel de Bernis.
¿Qué ver en los alrededores de Nimes?
Como decíamos al principio, nos encontramos en una región repleta de atractivos turísticos. Uno de los más conocidos es el Pont du Garde, un gran acueducto situado a poco menos de 25 km al noreste de la ciudad. Solo acercarte a él ya impresiona, tanto por su buen estado de conservación como por sus medidas: 49 metros de alto y 275 metros de largo.
Un poco más al norte encontramos Orange, una localidad especialmente conocida por su teatro romano (inscrito en el listado de Patrimonio de la Humanidad) que también puede presumir de su precioso Arco del Triunfo o la Catedral de Notre-Dame-de-Nazareth.
También Arlés cuenta con un importante legado histórico. Su anfiteatro de finales del Siglo I todavía en uso, su teatro romano y las termas de Constantino dejan patente de nuevo la importancia de esta región para el Imperio Romano.
Dejando de lado los restos romanos (aunque nos apasionan), muy cerca de Nimes encontramos la ciudad de Aviñón, residencia papal durante años. Por supuesto, su monumento más importante es el Palacio Papal, pero tampoco debemos perder de vista su Catedral (con una enorme estatua dorada de la Virgen sobre su campanario, que nos recuerda a la que encontramos en la Basílica de Fourvière) o sus murallas.
En resumen…
Como puedes ver, tanto Nimes como sus alrededores disponen de suficientes atractivos como para justificar una visita en exclusiva. Personalmente, nosotros nos quedamos con ganas de más y seguro que volveremos a conocer mejor la región. Y tú, ¿has visitado ya Nimes? ¿Qué destacarías de la ciudad? ¡Te leemos!
2 Comentarios
Enrique
Muy bonitos recuerdos, todavia mucho que ver cerca de esos lugares, en especial un castillo que se puede visitar desde la area de servicio.
Mis Destinos Pendientes
¡Hola Enrique! Muchas gracias por tu comentario. Imagino que te refieres al Castillo de Salses (corrígeme si me equivoco), situado también en la Via Domitia de la que hablamos en el post. Nosotros hicimos una parada para estirar la pierna y aprovechamos para acercarnos al castillo, pero lo visitamos únicamente por fuera. ¡Seguro que vale la pena visitarlo sin prisas!