Hoy nos relajaremos un poco con una excursión a uno de los parajes naturales con más encanto de España. Sin duda, un destino que no puede faltar en la lista de los aficionados al senderismo y la naturaleza. Hablamos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, situado en pleno Pirineo aragonés, más concretamente en la comarca del Sobrarbe (provincia de Huesca).
Un poco sobre el parque nacional
Como apunte histórico, hay que destacar que se trata de uno de los parques nacionales más antiguos de España. Fue declarado así en 1918 por Real Decreto del Rey Alfonso XIII. Inicialmente sólo constituía el parque la zona del Valle de Ordesa, pero en 1982 el parque fue reclasificado y ampliado hasta las 15.608 hectáreas que ocupa en la actualidad.
Dominando el paisaje encontramos el macizo de Monte Perdido, de nada más y nada menos que 3.355 metros de altitud. Desde lo alto de éste encontramos el río Arazas descendiendo hacia el oeste, formando a su paso el famoso Valle de Ordesa.
Dentro de la delimitación del parque nacional encontramos tres zonas (o sectores): el Valle de Ordesa, el Valle de Añisclo , El Valle de Pineta y el Valle de Escuaín. ¿Quieres saber qué ver en cada uno de ellos? ¡Te lo contamos!
Valle de Ordesa
Cómo llegar hasta Ordesa
La forma más sencilla y directa de llegar a la Pradera de Ordesa (punto del que parten la mayoría de rutas) es desde Torla. Es importante tener en cuenta que, durante la temporada alta, no está permitido llegar en coche hasta el parque, por lo que es imprescindible coger uno de los autobuses a disposición del turista. En cambio, si visitas Ordesa fuera de los momentos de mayor afluencia sí podrás dirigirte al aparcamiento de la pradera con tu propio vehículo.
Para comprar los billetes de autobús no tienes más que dirigirte al Centro de Visitantes del parque, situado en Torla junto a un parking gratuito. Te recomendamos consultar los horarios del autobús para poder organizar correctamente tu visita sin sustos. Ten también en cuenta que el aforo del parque es limitado, por lo que te recomendamos madrugar y coger el autobús temprano para asegurar que tienes plaza. ¡Muchísima gente hace esta excursión!
Qué ver en Ordesa
El Valle de Ordesa es uno de esos lugares en los que nos encanta disfrutar de rutas de senderismo sin prisas, disfrutando del paisaje. La más recomendable si no se está muy acostumbrado a hacer senderismo es la ruta GR11 que recorre el valle bordeando el río Arazas hasta el Circo del Soaso, donde se encuentra la famosa Cola de Caballo (la Cascada de Soaso).
Aunque esta ruta es relativamente sencilla y apta para familias, su duración (unos 17 km) la hacen poco recomendable para personas que no estén acostumbradas a realizar caminatas largas. Así que si quieres ir y no estás muy acostumbrado… ¡empieza desde ya a buscar rutas más cortas para no perderte nada! También debido a su duración, se aconseja llevar comida y abundante agua para el trayecto. A pesar de que el recorrido transcurre en gran parte junto al río, no encontramos demasiadas fuentes en él.
En nuestro ascenso por el valle encontraremos varias cascadas, como las famosas Gradas del Soaso, una serie de pequeñas cascadas situadas una detrás de otra, formando una especie de escalones de agua. Es muy común encontrar en este lugar a los excursionistas realizando una parada y cogiendo fuerzas mientras disfrutan de esta vista tan especial del río.
Al final de la ruta indicada podremos admirar la Cascada de Cola de Caballo. Aquí encontramos la típica foto que ilustra multitud de folletos turísticos y el principal motivo por el que mucha gente la realiza. No en vano, se trata de un gran salto de agua de 54 metros de altura, uno de los más altos de España. Aprovecha para descansar un poco junto a esta preciosa cascada antes de tomar el camino de regreso o seguir adelante. ¡Seguro que no te arrepientes!
Desde este punto, si aún nos quedan fuerzas podemos tomar la ruta que lleva hacia el Refugio de Góriz, situado a 2.000 metros de altitud, donde encontramos un bar perfecto para descansar y coger fuerzas mientras se disfruta de unas inigualables vistas. Desde allí, podréis dirigiros hasta Monte Perdido e, incluso, hasta el Valle de Pineta. Si, por el contrario, nos encontramos ya cansados, podemos optar por volver recorriendo el camino inverso o seguir la ruta circular por la Faja de Pelay volviendo por la Senda de los Cazadores. Otra opción es hacer esta última ruta en sentido contrario. Como siempre, te recomendamos informarte bien en los centros de información turística y elegir la senda más adecuada para ti.
Garganta de Escuaín
Dentro del parque nacional encontramos numerosos rincones más allá del valle que acabamos de visitar repletos de rutas que recorrer. Otra excursión, más tranquila y familiar es el Sendero de los miradores Revilla, situados en la Garganta de Escuaín. Se trata de un agradable paseo de unos 4,5 km que parte desde el pueblo de Revilla hasta los miradores del Angonés.
La senda discurre por una garganta fluvial atravesada por un desfiladero. El agua se filtra por la piedra caliza, mientras los quebrantahuesos sobrevuelan su hábitat natural. No en vano, se considera uno de los mejores recorridos de España para poder disfrutar de la majestuosidad de este ave en todo su esplendor. Resulta hipnótico verlos desplegar sus grandes alas y volar en círculos sobre ti.
A lo largo de la ruta encontrarás diversos miradores con impresionantes vistas de la zona donde parar a descansar mientras te asombras con las maravillas que la naturaleza es capaz de crear.
Valle de Añisclo
Si por algo se conoce el Valle de Añisclo es, sin duda alguna, por su cañón. Este rincón es apto para todos los públicos, ya que se puede realizar en gran parte en coche, conduciendo pegados a la montaña con el río transcurriendo justo al lado. Durante la temporada alta (Semana Santa y verano) el tramo de carretera comprendido entre Escalona y San Úrbez es de un solo sentido. Recuérdalo y revisa bien la salida que debes tomar según tu destino para evitar tener que dar vueltas innecesarias.
Al igual que las Gargantas de Escuaín, este paisaje también ha sido esculpido por la fuerza del agua a lo largo de los siglos. Lo ideal es aparcar el coche y recorrer el Cañón de Añisclo a pie, con calma y sin prisas. Desde el mismo aparcamiento encontraréis diversas rutas señalizadas, en las que podrás descubrir cómo el agua, artífice de esta maravilla natural, te sorprende en cada rincón. Asómate con cuidado para sorprenderte con la profundidad del cañón. Ya en su punto menos profundo alcanza los 700 metros, pero es en la Punta de las Olas donde alcanza su mayor profundidad: nada más y nada menos que 3.022 metros de altura.
Ermita de San Úrbez
La más conocida por su sencillez es la ruta que llega hasta el Puente del Río Bellós. Se trata de un itinerario circular con apenas 50 metros de desnivel, por lo que es recomendable para todos los públicos (¡nosotros incluso vimos a una valiente de apenas un añito haciéndolo con la ayuda de papá!). Esta ruta nos permitirá conocer la ermita de San Úrbez de Añisclo, un templo rupestre (incrustado en la piedra).
Según la tradición, la cueva en la que encontramos la actual ermita fue el hogar del santo, retirado a este lugar para vivir en la naturaleza y meditar. Para poder subsistir, se empleó como pastor en las cercanas poblaciones de Vió y Sercué, realizando algunos hechos extraordinarios que lo convirtieron en patrón de los pastores. ¿Cuáles? Por ejemplo, se dice que San Úrbez era capaz de mantener alejadas las enfermedades, ya que éstas huían de él. También tenía un poder impensable para otros humanos, ya que los animales, los ángeles e, incluso, la mismísima naturaleza le obedecían. ¿Te has fijado en el puente de piedra que has atravesado para llegar hasta aquí? ¡También es obra de San Úrbez! Se cuenta que, al llegar a este punto del cañón y verse incapaz de atravesarlo, extendió su cayado entre ambas paredes, transformándolo en un paso primigenio que le llevó hasta el que se convertiría en su refugio.
Por supuesto, no podemos saber dónde se situaba la delgada línea entre la leyenda y la realidad, al igual que numerosos arqueólogos e historiadores no han sido capaces de datar el origen de esta ermita. Algunos indicios apuntan al Siglo XVII, mientras otros hacen pensar que sus orígenes son anteriores. Curiosamente, el puente tampoco ha podido ser datado con exactitud. ¿Será verdad que su creación fue milagrosa?
Molino de Aso
Si te desvías ligeramente del sendero podrás descubrir el Molino de Aso, usado para moler grano hasta 1965. Ese año, la cercana localidad de Sercué fue abandonada, interrumpiendo la actividad del molino. Durante los cinco años siguientes se trató de utilizar para generar electricidad, pero finalmente fue abandonado en 1970. La aparición de carreteras asfaltadas y redes eléctricas convirtió su pequeña producción en insuficiente, condenándola a muerte. En la actualidad, puedes asomarte a su puerta y ver todavía la muela de piedra (en la actualidad, rodeada de vegetación). También se aprecian, escondidos entre la vegetación, los muros de diferentes edificios adosados que cubrían las necesidades de este molino: almacenes y establos.
Valle de Vió
Como has podido ver, el agua es la responsable del verdor que recubre todos los rincones del Cañón de Añisclo, con un bosque perfectamente conservado que nos hace olvidarnos fácilmente del estrés de la ciudad. Justamente este bosque fue el responsable de que decidiéramos realizar la ruta que une el lugar en el que nos alojábamos (Buerba) con el Cañón de Añisclo. A pesar de la pronunciada pendiente que debemos bajar (y, posteriormente, volver a subir), es un recorrido que bien vale la pena por las impresionantes vistas panorámicas que nos permite disfrutar y por la belleza del bosque que atravesamos en el tramo final. ¡En el post del Valle de Vió te contamos más sobre los alrededores del Cañón de Añisclo!
Valle de Pineta
Nuestra última parada se encuentra situada en la parte más norte del parque, muy cerca de la frontera con Francia. Rodeado de altas montañas que sobrepasan con holgura los 2.000 metros de altitud, el valle se caracteriza por su verde vegetación (contrastando con la piedra desnuda), y las aguas del deshielo que lo recorren. Llegar hasta él es muy sencillo: simplemente dirígete hacia Bielsa y, una vez allí, sigue las indicaciones que encontrarás en la carretera. Llegarás hasta un aparcamiento enorme en el que podrás dejar el coche (3€ el día completo, en el momento de nuestra visita) y en el que encontrarás algunos servicios como aseos o bar. Hace unos años, en este mismo lugar encontrábamos un camping, hoy situado más abajo. También encontrarás una caseta de información turística en la que podrás hacerte con un mapa del parque o encontrar la ruta más adecuada para ti.
Si estás acostumbrado a realizar rutas de montaña, quizás podrás atreverte a llegar hasta el Balcón de Pineta, desde el cual podrás disfrutar de una impresionante panorámica, y al Lago de Marboré, habitualmente cubierto por nieve. Incluso, puedes llegar hasta otros rincones del parque de los que ya te hemos hablado como Ordesa o Añisclo.
Si, en cambio, viajas con niños o buscas una ruta menos exigente, puedes decantarte por recorrer los Llanos de Larri. Desde el mismo aparcamiento encontrarás señales que te indican el camino. Para llegar hasta La Larri puedes elegir dos caminos: recorrer la pista forestal, mucho más sencilla pero con menos encanto, o la que elegimos nosotros: la ruta de las cascadas. A pesar de ser un camino empinado, su recorrido por medio de un hayedo y junto al curso del río lo hace perfecto.
Tómate tu tiempo para disfrutar de esta verde pradera, salpicada de flores moradas en el momento de nuestra visita. Si después de coger fuerzas sientes que todavía tienes ganas de más, no dudes en dirigirte hacia la Cascada del Cinca, visible desde prácticamente cada rincón de Pineta. A pesar de encontrar algunos tramos de mayor dificultad, gran parte del recorrido discurre por medio del bosque con poca pendiente, por lo que resulta muy agradable disfrutarlo sin prisas.